VESTIDA DE LLUVIA
Savia de nuestras
estaciones
tierra magra,
abierta y lacerada.
Deforestación,
anegamiento de tus candiles tristes,
derrumbe y
hecatombe de tu epicentro.
Como una lápida
marcamos la memoria, pastoreando la voluntad del olvido.
Te hemos talado,
rompiendo la virginidad de tus bosques.
Como fiera herida
ruges, extiendes tu grito de angustia
dejando tras de ti
un vestigio de árboles caídos,
ramas y animales
muertos.
Tierra, bella,
salvaje en el fuero de tus selvas.
Dispersados dentro
del sueño futuro hilando la amargura,
indómita y voraz,
te hemos afrentado
con las huellas de
la sierra; como depredadores,
como bárbaros
salvajes violentamos el territorio del silencio
y desviamos tus
cauces de años ancestrales forjados
en tu sabia
decisión para la conservación y vida de todas tus especies.
Señales en el
cielo, en la noche del mismo sueño;
Sagaces,
creyéndonos más sabios irrumpimos
transgrediendo
territorios indígenas,
cuna de la
sabiduría eterna.
Vestida de lluvia
todo tu cuerpo refleja la crudeza del invierno
burladores del pasado y del
presente marcamos el futuro del cataclismo
en los rostros de
nuestros hijos.
Lianas y hojas,
profunda, estallidos y garras exaltada en el horizonte versátil
que destruye tu
belleza cuando el hombre irrumpe.
Somos la
perpetuidad del ocaso, la bifurcación del desprecio,
la constelación de
la muerte que gravita en cada rincón del universo.
Basura,
destrucción...
Usurpación del
liquen y de la oruga, del delfín rosado, de la débil mariposa.
Erigidos como
dioses catapultamos la primavera,
encadenamos el
verano.
Matorral ardiente,
todo en ti misma es equilibrio,
es un renacer
glorioso en la estrella que asalta la mañana
y se teje de luna
en el tesoro de tus entrañas.
Eres la vigía
eterna de un renacer que se derrumba
como una flama de
muerte sobre tu piel explotada
sobre la vertiente
de la huella que el hombre ha delimitado
con su crueldad y
desprecio.
Gildardo
Gutierrez Isaza (Colombia).
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