domingo, 31 de marzo de 2013

MARCELA RODRIGUEZ V.

NO ME OLVIDES NUNCA

Mirando a la lejanía en lejanas tierras
cuando el día aún no termina
los recuerdos que tengo se anidan
en mi corazón que de nostalgia muere
evocando momentos de alegría,
de profundos sentimientos albergados,
de terribles experiencias compartidas
bajo un régimen de botas asesinas.

Tantos años de días clandestinos,
tanta complicidad en nuestras vidas,
tantos secretos guardados,
tanto tiempo de miedo, de lágrima vertida,
y a pesar de todo risas y alegría.

Quisiera evadirme para no evocarte
en esta distancia que no apaga tu recuerdo
que vive en el recuerdo mío
trayendo a mi memoria tus palabras
y aquella promesa sellada en un beso
en ese beso tierno dulce y dolido
“no me olvides nunca, que yo no te olvido”

Recuerdo aquel día del mes de noviembre,
un grito libertario nos llamó nuevamente a combatir,
que día amargo en la hermosa primavera
que día aciago en mi vida y mi verdad,
en un segundo la muerte pasó por mi lado
queriendo escaparse con mi vida y mi ideal,
mas no era mi tiempo de partida
y de espalda en tierra mirando al cielo
me fui despidiendo de mi hermosa libertad.

Antes de dejarme corriste llorando
hincado a mi lado dijiste en un temblor
“hubiese querido un hijo contigo
no puedo quedarme perdóname amor”
y un beso muy tibio pusiste en mi frente
después el mundo se cubrió de olvido.

Tantas esperanzas murieron entonces
al mirar tu figura perderse a lo lejos
por última vez volviste la vista,
por primera vez mis ojos lloraron
y mis labios y los tuyos un adiós musitaron.

Pasaron los años, quizás cientos, quizás miles,
muros y rejas grises nos han separado,
intentaron someter nuestras vidas,
doblegar nuestra mente, encerrarnos por siempre,
pero fue más fuerte nuestro amor libertario
y en la lucha que dimos logramos salvarnos.

Tu libertad entró por mi puerta un día
te miré a los ojos, me correspondiste
un largo silencio cubrió nuestro encuentro
tus ojos brillaron temblaron mis manos
luego en un abrazo volvimos a amarnos
como si nunca nos hubiesen separado.

Mirando a la lejanía en lejanas tierras
invoco estos recuerdos para no morirme
nuevas sendas han tomado nuestras vidas
has entrado nuevamente en mi pasado
mas aquella promesa que un día nos hicimos
sellada con un beso tierno, muy dulce y dolido
quedó para siempre grabada en mi mente
“no me olvides nunca que yo no te olvido”.

Marcela Rodríguez V. (Chile).

VÍCTOR E. GONZÁLEZ


La busqué en recuerdos, la esperé en andenes, en calles y silencios; caminé horas y lunas y estrellas y huellas y todo parecía diferente. Arribé hasta otros mundos y allí estaba la gran puerta teñida de azul y turquesa, mágica Istanbul, plena de barcas y navegantes; agitada de mercaderes y viajes, infinita en sus aromas, colores, cantos y susurros que llegan desde todas partes llenando el espacio de dioses y misterios. Naves con velámenes blancos y ocres; zarpé sin rumbo, me perdí entre laberintos y faunos, besé Ariadnas y Dianas, extravié mis sentidos y otros mares nacieron en cada esquina de la ciudad sin nombre, quizá Alejandría, Bagdad, tal vez los titanes de Rodas o las aguas del Eufrátes con sus marinos imaginarios...

Otra vez buscándola como a una misión libertaria, otra vez la tarde silenciosa en Micenas y Constantinopla; allá a lo lejos Hamburgo infinito y lluvioso; San Francisco y sus quimeras; Trinidad y sus esclavos; Marsella y sus poetas; Lisboa y sus casas de fado y sus mujeres de fado y sus guitarras de fado llorando por siempre; Barcelona iracunda en sus voces y canciones granate; Carrara eterna en su blanco y su azul a veces profundo... y todos sus mares me llevan hasta Chipre y descanso en sus playas deliciosamente blancas, suaves, amantes; Genova y sus navegantes que descubren mundos y se confunden; Trieste más allá de la razón y sus desnudas mujeres (o lo soñé?); Antofagasta dormida y generosa; Buenos Aires y Santa María bañada de platas, de arrabales y tangos; Venecia sin ti... una canción posible; Bilbao, tierra de guerreros y deliciosos quesos... La busqué en otros lugares lejanos como lejanas son las tierras del Oriente, allá, entre dioses multiplicados en miles y millones, la altiva Calcuta; Hong Kong soñado entre sedas y versos de Lao Tse; arribé a lo mágico e inimaginable, ancestral Vladivostok envuelto en hielos, en silencios y auroras boreales; Puerto Príncipe, Singapur, Bahía Blanca, Guayaquil, Cartagena de Indias, humilde Callao, Montevideo... amante Trez-vella; San Antonio, Coronel y San Vicente bajo astillas... Eterno viaje, todos los mares, las callejuelas que tejen historias, bares y tugurios; y siempre fue Valparaíso celestino rodeado de cerros, vestido de luces, desnudo de sueños, cómplice y combativo, siempre tú, puerto de choros y putas lindas; destino de dioses, refugio de poetas, puerto de boleros y merluzas, caletas "encaleta"... Destino de los magos que fueron gitanos y Rodríguez, "pancho puerto", último verso de una canción aún no escrita que lleva tu nombre, todos los nombres, todas las voces, desde lo alto hasta tus faldas y tu vientre de mar y arenas inolvidables... Navegué entre delirios y delirantes; entre maniguas y Turquinos, besé quimeras como besar mujeres, La Habana siempre altiva, agua de menta, mojito de amantes, versos de toda playa; abrazos infinitos en el malecón eterno; refugio de piratas, tierra de revoluciones... Allí soñé este sueño de gitanos y gitanas, de Orishas que hablan la lengua de los vientos y las estrellas; eterno mar, azul, verde, marino mar que me agitas de llantos y cantos como un son que se mece...

Víctor E. González (Chile).

 

JUSTINA CABRAL


SUDOR Y AGUA

Manjar de frutos rojos... placer suave en tu boca
exótica delicia... sabor que me provoca.
Fragancia que cautiva... secreto de mi piel
belleza de una rosa... sudor y agua en la miel.
Calor sobre mi pecho... perfecto amanecer
tu cuerpo con mi cuerpo... y besos por beber.
Violeta mariposa... que traza con su vuelo
sudor y agua en la rosa... latidos en el cielo.

Justina Cabral (Argentina).


GILDARDO GUTIÉRREZ ISAZA

MUERTE

Hilo invisible, delgado y fugaz,
donde crepita como leña herida la vida.
Un abismal sendero nos separa, nos aleja
de aquella vagatela de sueños y utopías
cuando ese delgado hilo se rompe y en segundos
la muerte acecha.

Límite insondable, profundo y eterno,
no presentido siquiera…
Augurio que nadie teje,
madeja de luz tendida en el horizonte de la tierra,
despertar, soñar y morir.
Cerca del mundo, de la nada, de la oscuridad total.
Firmamento de la conciencia que anuda
dejando tras de sí una larga red de dolor.

Recodos, laberintos, paradigmas y misterios
que como telarañas rondan en sus lentos
y densos jardines de locura y desvarío.
La muerte ronda con su tic-tac imparable
lento y constante, péndulo sin fin que pende
sobre nuestras vidas haciendo endeble el carruaje del destino.

Hilo delgado, invisible y efímero que se rompe
ante los ojos incrédulos en un sordo estertor
que arrebata los más encumbrados o sencillos sueños.
Silencio impaciente, horas dilatadas,
embriaguez de los sentidos, amargura del amanecer.
Entrecortado por los susurros el féretro se dibuja siniestro
sobre la alfombra roja.

Vista velada, crepúsculo sin presagio
caminos que se bifurcan para nunca más volver.
Hilo que cruje cuando al final se desdibuja la noche
en aquel eterno olvido que seremos:
el recuerdo.

Gildardo Gutiérrez Isaza (Colombia).


CARLOS TURRÍN VILLANUEVA


QUIMERA

Mujer bella
de cabello largo
me contagiaste
con el virus
de tu amor;
tu tierno beso
lo deseo
tanto, tanto
bienvenidos sean
los bacilos de Koch.

Eres causa
de mis desvelos
y en mis sueños
hasta hicimos el amor.
Te dije “amada mia
está penetrando
mi esperma, está
penetrando mi ser”

Al despertar solo
me encuentro
los sueños
sueños son.

En verdad
quisiera contagiarme
con el virus de tu amor
dejar que se filtren
tus toxinas
cuando hacemos el amor.

Mujer bella
de cabello largo
quisiera que tu beso ardiente
me contagie
tu bacilo de Koch
y llegar ancianitos juntos
con la demencia
o la depresión

Carlos Turrín Villanueva (Perú).