martes, 30 de abril de 2013

CARLOS TURRÍN VILLANUEVA



LLUVIA MACABRA

Terminando la jornada del día, los pobladores dormían plácidamente. De pronto en la madrugada, fueron despertados por el chasquido de unas piedras que caían en el techo de eternit de varias casitas contiguas.
-Deben ser ladrones que averiguan si estamos o no para robar - dijeron algunos vecinos que se despertaban asustado.
Una anciana que sólo se desplazaba con un bastón, muy religiosa y sabia, era la jefa de esas viviendas. Ella observaba los hechos en silencio.
Pasó una semana y seguía lloviendo piedras cada vez más grandes. El pánico se generalizó. El único tema de conversación era este fenómeno raro y la forma de descubrir a los autores.
Los vecinos se organizaron en rondas de vigilancia y no encontraron a nadie. La policía también vigilaba en las noches pero nunca encontraron a nadie. Entre tanto se veían cabecitas de niños dañados por las piedras, eternit rotos, policías y vecinos asustados…y no era para menos.
A los quince días la anciana irrumpe: “esto no es normal, es obra de un mal espíritu”. Reunió a los varones quienes con lampa en mano empezaron a escarbar en la rivera del río.
-Miren encontré un feto de un bebé - gritó desesperado un joven que había iniciado la excavación. La anciana ordenó que se dé cristiana sepultura a este feto que se halló semienterrado y le construyeron una cruz con la inscripción “NN descansa en paz”.
Todos retornaron más contentos a sus casas y esa noche volvieron a dormir plácidamente porque nunca más volvió a llover piedras

Carlos Turrín Villanueva (Perú).


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