SI ME VIESES MORIR
Si me vieses surcar el espacio y morir
las veces que el viento canta,
que el aura de las montañas silba
renacería mi aliento, surcaría los aires,
volaría hacia el azul del cielo.
Si me vieses anclar en la bahía de tu cuerpo,
en el crepúsculo matutino de tu cuello
verías mis manos zigzaguear,
buscar tus labios como fuente de alimento,
comprenderías que hay vida bajo el aura de tus besos.
Si me escucharas callar, deponer la guerra,
las crisálidas de mis miedos se emanciparían en la noche;
surcarían las golondrinas de tus senos,
derribarían los muros que acrecientan mi tormento y
entenderías que la paz la encuentro en la pureza de tu pensamiento.
Si me vieses cantar bajo la sombra de un almendro,
descubrirías mi secreto: ¡Tengo miedo!
Miedo del sufrimiento del hermano,
del niño y su fragilidad, de su desnudez;
del hambre que arrasa la tierra,
del desamparado, del mendigo, del dolor del desplazado;
miedo del que calla en su dolor.
Si me vieses sufrir, sangrar las rosas en mis manos,
ser el patriarca y el guardián de la tarde, la hoja marchita de la noche,
escuchar el canto de las aves y verlas surcar mi cuerpo,
entenderías mi libertad, mis ansias de volar
habrías de navegar en mi piel y sufrir con mi dolor.
Si me vieras morir en la tarde, morirías conmigo
estrella que alumbra mi soledad
y enarbolarías la misma bandera, el mismo ideal.
Si me vieras morir, morirías conmigo en el intento o lucharías
por vencer los temores, por mostrar al mundo la verdad.
Si me vieses surcar el espacio y morir
las veces que el viento canta,
que el aura de las montañas silba
renacería mi aliento, surcaría los aires,
volaría hacia el azul del cielo.
Si me vieses anclar en la bahía de tu cuerpo,
en el crepúsculo matutino de tu cuello
verías mis manos zigzaguear,
buscar tus labios como fuente de alimento,
comprenderías que hay vida bajo el aura de tus besos.
Si me escucharas callar, deponer la guerra,
las crisálidas de mis miedos se emanciparían en la noche;
surcarían las golondrinas de tus senos,
derribarían los muros que acrecientan mi tormento y
entenderías que la paz la encuentro en la pureza de tu pensamiento.
Si me vieses cantar bajo la sombra de un almendro,
descubrirías mi secreto: ¡Tengo miedo!
Miedo del sufrimiento del hermano,
del niño y su fragilidad, de su desnudez;
del hambre que arrasa la tierra,
del desamparado, del mendigo, del dolor del desplazado;
miedo del que calla en su dolor.
Si me vieses sufrir, sangrar las rosas en mis manos,
ser el patriarca y el guardián de la tarde, la hoja marchita de la noche,
escuchar el canto de las aves y verlas surcar mi cuerpo,
entenderías mi libertad, mis ansias de volar
habrías de navegar en mi piel y sufrir con mi dolor.
Si me vieras morir en la tarde, morirías conmigo
estrella que alumbra mi soledad
y enarbolarías la misma bandera, el mismo ideal.
Si me vieras morir, morirías conmigo en el intento o lucharías
por vencer los temores, por mostrar al mundo la verdad.
Gildardo
Gutierrez Isaza (Colombia).
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