LOS ORÍGENES
CAMPESINOS DE P.A.C.
Según cuentan, el 5 de Abril
de 1818, justo antes de la Batalla de Maipú, José de San Martín se encaramó al
enorme eucalipto que se encontraba en la Hacienda Ochagavía para espiar al
ejército realista. De ese árbol, hoy queda sólo su tronco, que con sus cuatro
metros de ancho enmarca perfecto a la Casa Patronal hoy convertida en la
Municipalidad de PAC.
Antes de que
la comuna Pedro Aguirre Cerda se llamase así, una parte de ésta pertenecía a
San Miguel, y mucho antes que eso, dichos terrenos fueron grandes haciendas
donde se vivió una historia de explotación no tan sólo productiva, sino también
humana. Tierras de mucho esfuerzo y trabajo, que se convertían en caros vinos,
que se bebían en finas copas, en elegantes reuniones. Vinos que claramente no
pertenecían, ni podían ser bebidos por quienes lo producían.
En las mismas calles donde se instaló la Feria Lo Valledor, el
gimnasio Villa Sur, la piscina CORVI, el Hospital Abandonado en calle Club
Hípico, existieron chacras y plantaciones pertenecientes a distintos patrones
que poseían enormes casas, que hasta el día de hoy permanecen. Imágenes que nos
recuerdan a un Chile campestre, pero que ocultan también las vidas de miles de campesinos
que trabajaban en largas jornadas, de sol a sol, junto a sus hijos y mujeres.
Campesinos que debían marcharse a un lugar desconocido cuando el patrón lo
decidiera. Son los orígenes de nuestro territorio, el que luego se pobló con
casas para obreros y empleados públicos, a los que se suman además las tomas de
terrenos. Muchos de los habitantes que fundaron la Victoria en 1957 fueron
campesinos.
Hace un tiempo, en La Tercera se escribió sobre el árbol (1) donde San
Martín espió al ejército realista antes de la Batalla de Maipú en abril de
1818. El “tronco” que queda de dicho árbol aún se conserva al lado de nuestra
Municipalidad, la que fue la casa patronal de la Hacienda Ochagavía, viña
formada en el siglo XIX por Silvestre Martínez de Ochagavía. Éste, además de
empresario fue parlamentario, algo poco frecuente en la historia de nuestro
país: ¡Dónde se ha visto en Chile mezclar la política con los negocios! Si bien
hoy, la actual alcaldesa plantea que dicha casa patronal podría ser una
Biblioteca Municipal, en los años ’50 se pensó como Museo de la Independencia,
pero no estaban los recursos. Desde 1934 que la Viña Ochagavía dejó de
funcionar, y fue dividida en parcelas. Una de ellas era administrada por José
Rebolledo, a quien se acusaba de ocupar a mujeres sin contratos ni Seguro
Obrero. Les pagaba siete pesos (muy escasos), y sin derecho a ración de
alimento como frecuentemente se les pagaba a los hombres. “Para estas mujeres
no hay horario de salida, sino que trabajan hasta que se oscurece”, denunciaba
por aquel tiempo el corresponsal del diario El Campo (2). Muy cerca de allí y
como decía otro escrito del mismo periódico, a sólo “dos leguas de La Moneda”,
estaba la Chacra Las Lilas de propiedad de Pastor Valdivieso, donde al
administrador (cuyo nombre se desconoce) se le acusó de arrastrar a la esposa
del campesino Rodolfo Poblete, “violentamente por el suelo, y en seguida, a fin
de escapar del castigo, llevado por el miedo, acusó a la señora de Poblete de
un hurto imaginado” (3). Atropellos cotidianos, que no tenían eco en la prensa
oficial del gobierno o de El Mercurio. Muchos campesinos comenzaron a rehusarse
frente a las agresiones que estaban sufriendo, lo que tuvo como consecuencia
que fueran echados de las haciendas, que les quemaran sus casas o los
desajolaran a la fuerza, con sus pocos muebles a la calle, con sus familias
completas al camino. Desde los años ’30, los campesinos se comenzaron a
organizar, ayudados por los obreros de las ciudades. Así nacieron las primeras
organizaciones, como la Liga de Campesinos Pobres en 1935. Los sindicatos
agrícolas estaban prohibidos por Arturo Alessandri, aunque estaba autorizado
por el Código del Trabajo. Y aunque el triunfo del Frente Popular en 1938
despertó mucha esperanza al campesinado, éste terminó frenando su potencial
organización. En el gobierno de Pedro Aguirre Cerda los partidos Comunista y
Socialista fomentaron la formación de nuevos sindicatos agrícolas, más de 200
surgieron en muy poco tiempo.
Desde 1939 se levantaron decenas de petitorios que contenían pequeñas
demandas, como mejorar las habitaciones de adobe o paja, o incrementar la
calidad de la alimentación que muchas veces no estaba sazonada. Aunque
modestas, las demandas fueron grandes para atemorizar a los poderosos
hacendados, que temían huelgas en plena cosecha y que el alza de salario de los
campesinos subiera los productos agrícolas, lo que sin duda generaría
movilizaciones en las ciudades. Se debía detener la sindicalización campesina o
crear una ley especial para ellos. Aguirre Cerda aceptó negociar y detuvo la
sindicalización con un decreto ministerial en 1939. No se podía formar ninguna
organización hasta que se discutiera una ley especial, que nació de una
Comisión entre el gobierno y los representantes de los obreros y patrones (la
Sociedad Nacional de Agricultura). Dicha Ley permaneció dormida hasta 1947
cuando fue aprobada por González Videla. Pero más que fomentarla, la ley
obstaculizaba la formación de sindicatos. Paradójicamente nuestra comuna lleva
el nombre de un presidente que presionado por grandes agricultores, no quiso la
sindicalización. Dichos empresarios eran radicales como Aguirre Cerda, quien
además también era agricultor. A Pedro Aguirre Cerda se le llamaba “Don Tinto”,
precisamente por poseer una gran Viña que actualmente está cerca de la Ciudad
Empresarial, en Huechuraba. ¿Un presidente que es empresario? Eso me suena
conocido.
NOTAS:
1 “El Tronco más patriótico”, La Tercera, Santiago, 11 de Junio de
2011.
2 “Entre los parceleros que explotan a los campesinos”, El Campo,
Santiago, Octubre de 1943.
3 “¡A dos leguas de la Moneda!”, El Campo, Santiago, Junio de 1943.
Nicolás Acevedo Arriaza
(Chile, 1981). Reside en
Chile.
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