Nicolás Acevedo: ¿Por qué se hizo
sastre?
RAR:
“Eso era una cosa, ya particular. Porque nosotros éramos tan pobres, nosotros
éramos tan pobres, a mí me inscribieron en la Gratitud Nacional, que era un
liceo profesional, con carreras de electricidad, mecánica, mueblería, sastrería
y tipografía. Para optar a mecánica tenía que tener, pongámosle, por poner una
cifra, doscientos mil pesos, en
herramienta; para carpintería, para
electricidad era más caro, eran trescientas lucas, para tipografia ya era más
barato y la sastrería no cobraba, porque le daban la aguja, el dedal y la
tijera. Y la sastrería jamás me gustó, por lo tanto, salí hecho un desastre
(risas). Salí con título profesional y trabajando inmediatamente… Entonces, me
convirtieron en sastre por obligación, no por vocación. Y de ahí pasé a
distintas cosas, y terminé en vestuario de damas, pero cambiando los rumbos,
porque sastrería no me gustó nunca.
NA: ¿Y por qué se hizo comunista?
RAR:
“Porque me tocó a mí una época que yo creo que fue la más extraordinaria que ha
sucedido en Chile: el triunfo del Frente Popular y con Pedro Aguirre Cerda. Yo conocí a don
Pedro Aguirre Cerda el día en que salió, de Presidente. Y en esa época, fue el
año ‘38.... A ver, ‘26 al ‘36, yo estaba re jovencito, si nací el 26… tenía
doce años. Entonces, a mí me tocó vivir todo el cambio que se produjo en Chile,
que fue terriblemente extraordinario. Como yo llegué aquí a Santiago el año ‘37,
era una aldea grande; no existían industrias, todo era manufacturado, por eso
es que habían sindicatos de todo tipo de profesiones, porque todo se hacía a
mano, y las distancias eran enormes porque la locomoción no era gran cosa, los
carros, era lo que más existía, pero la situación económica no permitía tomar
un tranvía, había que hacerlo a pie. Entonces se caminaba grandes distancias a
pie. Pero el cambio que se produjo en esa época, en la cual, todo el mundo
sabe, que se creó la CORFO, que esto, esto otro, porque se crearon los programas;
porque yo asistí a cosas que yo nunca imaginé… ah, cuando yo llegué a Santiago,
el año ‘37, tenía que ingresar a la escuela, pero como yo llegué a fin de año,
en Enero, estaban todos los cupos copados, entonces tuve un año sabático,
obligado. No hubo colegio que me aguatara, estaba todo lleno. Y me tocó que
encontré a unos amigos, que ésto, que lo otro, ir al Estadio Nacional el día en
que se inauguró el Estado Nacional, que lo inauguró Arturo Alessandri Palma.
Porque él dijo: ‘yo no quiero dejar esta cosa que hice yo, la planee yo, compré
los terrenos yo, y en la práctica esta obra mía, que venga el otro a
inaugurarlo. Así que no estaba todavía terminado. Pero Arturo Alessandri
cumplió con su promesa de que, si era él el autor del proyecto y todo lo demás,
era él el que tenía que figurar como inaugurador del Estado Nacional. Entonces
ahí conocí a Arturo Alessandri Palma… y cuando asistí por Pedro Aguirre Cerda
asistí al Estado Nacional, a la inauguración por Pedro Aguirre Cerda… y en la
campaña, antes, cuando estaba la campaña Gustavo Ross, Ibáñez, Pedro Aguirre
Cerda y los demás, ahí conocí al “caballo” Ibáñez (se ríe), que era candidato y
que a raíz de la Caja de Seguro Obrero, porque yo conocí el barrio cívico
cuando lo estaban construyendo. La Caja de Seguro Obrero fue la primera que se
terminó, y ya estaba en construcción los otros edificios grandes, porque yo vi
nacer el barrio cívico, completo… Y el asalto de la Universidad, la Caja de
Seguro, terminando el gobierno de Alessandri, y la campaña… o sea que me tocó
vivir los cambios más extraordinarios que hubieron. Y a continuación, estuve en
la Gratitud Nacional, estudiando sastrería contra mi gusto, por obligación. Y
como era católico, cristiano y todo lo demás, lo único que hacía era rezar pa’
que mi madre le fuera bien y tuviera plata pa’ comprarme los cuadernos. Porque
ella se consiguió que me admitiera ahí y que un señor, don Clemente Díaz León,
el director de El Mercurio, pagaba mi pensión. Pero nunca se le ocurrió al
caballero, de que junto con la pensión, tenía que dotarme de vestuario, de
cuadernos, de esto, de lo otro, porque esa era la beca. Así que más pobre era
imposible, así que rogándole a Dios, todos los cuatro o cinco años que estuve
ahí, pa’ que mi madre le fuera bien pa’ que me diera plata pa’ comprar
cuadernos, o libros. Entonces, aprendí tantas cosas en ese cambio estructural
que hubo en Chile, que yo creo que nadie se figura. Por ejemplo, yo venía de
una casa de huérfanos de Valparaíso. Se supone que en una casa de huérfanos, a
uno no le dan un vaso de leche, un pan, una empanada, o chocolate… o huevo o
platano, nada: lo justo pa’ vivir, porque estábamos en época de crisis, terminando
la crisis, la crisis del ‘29. Porque yo soy refugiado de la crisis del ‘29.
Entonces cuando yo llegué, y me encontré con que las primeras cosas que hizo el
gobierno de Pedro Aguirre Cerda, fue inaugurar en la Alameda, galpones, no, no
eran galpones, escenarios, para la música popular. El que tenía condiciones,
quisiera tocar lo que sabía, ahí estaban los escenarios, el público estaba de
sobra. Y junto con ello, habían, como quien dice, un bar lácteo, donde por
primera vez tuve el gusto de tomarme un vaso de leche con una empanada (se ríe
al recordarlo). Cosas así me tocaron, todos los cambios estructurales que
sucedieron en esa época, yo los viví. Así que, yo soy, como quien dice que pasó
de un sistema al otro, con un salto muy grande. Encima vino la guerra del ‘45,
la guerra mundial. Me pilló en el colegio, que era colegio católico, colegio
italiano, que hacíamos gimnasia y todo, y a fin de año desfilábamos ante el
embajador de Italia, haciendo el saludo fascista y cantando la jubinensa. Y
encima nos pasaban noticiarios españoles, alemanes, italianos y algo de
japonés, o sea, era el EJE metido dentro del colegio. Entonces, yo como nunca
fui tonto, eso me lo agradezco yo mismo, me conseguí con mi hermano, que estaba
en otro colegio, un plano grande del campo de guerra y seguía con alfileres
toda la guerra. Y aprendí de ríos, de raza, de ejércitos. Me seguí toda la
guerra mundial. Y cuando salí, el año ‘44, salí hecho un
fasi-nazi-nipo-socialista- católico- apostólico-roma, y persignándose en cada
iglesia. Entonces, que se espera de esa formación cuando se sale al campo
laboral, ahí está el cambio. Lo primero, porque mi madre me retiró del colegio
el año ‘44, no había terminado la guerra, porque me había conseguido un trabajo
en Falabella, y querían a la gente al tiro, porque tenían que hacer las cosas
apurados para la pascua y el año nuevo, así que yo no alcancé a completar. Y
por esa razón no me dieron nunca un certificado de estudio. Cuando en los cinco
años que estuve ahí, siempre tuve promedio seis, completo… siempre tuve un
promedio seis, o sea, era muy buen alumno, y no me quisieron dar certificados
de estudios: por haberme retirado. Y eso que los exámenes se daban antes, se
daban a fines de Noviembre, pero como no me había quedado hasta el final, no me
los dieron. Y ahí cuando el señor, caballero, titulado sastre, con su lindo
diploma, certificado con sus humanidades completa, entra a trabajar a
Falabella. Y me encuentro, porque yo soy muy observador, de que la situación
era tan distinta de la que me pintaron. Porque para empezar me dijeron: señor
este certificado de sastre, de cortador sastre, que aquí, que allá, por lo que
hemos probado quince días, la educación que tuvo usted no vale un pito… ¿Por
qué razón estaba atrasado? Porque los programas que se hacían, eran muy
fundamentales, muy artesanales, muy antiguos, y no estaban de acuerdo con la
modernidad. Así que si quería seguir trabajando ahí tenía que entrar como
ayudante, como quien dice, alumno nuevo (se ríe). Y así fue la cosa, y me di
cuenta, ya pasando meses y meses y viendo como se trataba a la gente, la
explotación terrible que había con los obreros que trabajaban ahí. Para
empezar, se trabajaba de lunes a sábado y no había ningún beneficio, solamente
el sueldo y punto, nada más. Lo único que se respetaba eran las vacaciones si
es que cumplía un año…
NA: ¿Cuánto eran las vacaciones?
RAR:
“Se supone que tiene que ser una semana o quince días… bueno, lo importante de
eso, es que para no pagarme las vacaciones, me despidieron antes que cumpliera
un año (se ríe). Práctica patronal que hasta la fecha se usa mucho. Y si no,
que hablen los microbuseros que están en huelga, porque les cortan el año y lo
contratan de nuevo, y les quitan la antigüedad. Por eso hubo el paro, la
movilización ayer o anteayer, y va a seguir cundiendo, porque es todo el
gremio. Bueno, si eso sucede ahora,
después de sesenta años, ¿cómo sería hace sesenta años atrás? Peor.
NA: ¿Qué más condiciones vio que
eran malas?
RAR:
“Todo. Para empezar el obrero era carne de cañón. Como todavía este país no se
reponía del asunto de la crisis, había mano de obra de sobra. Y si usted quería
señor, por cien pesos, se queda y si no: se va, así de simple. Y si llegaba
mano de obra más barata, simplemente lo cortaban y tomaban otro. Siempre fue
así, hasta hoy día. Así que este Chile, en eso, no ha cambiado nada. Así que
tuve el privilegio, de empezar a darme cuenta cómo, en la práctica yo era lobo
solitario, eso te lo conté una vez. Porque mi madre trabajaba, mi hermano ya
estaba trabajando en otro lado y yo que hacía, trabajaba también, entonces me
fui, pasé casi todo el año, porque antes la Biblioteca Nacional abría hasta
tarde, hasta las ocho de la noche… me pasaba de Falabella a la Biblioteca, yo
te conté, ¿para qué? Para leer la historia de Chile y ver en qué país de mierda
estaba, que estaban sucediendo estas cosas. Y a la vez, empecé a ver como se
trataban a los obreros, en la explotación, que esto, que lo otro, que aquí, que
allá, pero, las mil y una, entonces me di cuenta de que los modelos, en los
cuales yo fui educados, no calzaban con la situación real. Y que era mentira
eso de que uno saliendo de profesional iba a tener trabajo al tiro, no es
cierto, la explotación es muy grande. Entonces encontré un aviso que decía: El Sindicato de Sastre llama a reunión.
Bueno, yo como era sastre, me metí. Y ese sindicato pertenecía a la Federación
Textil. A una Federación Textil que estaba en una de las tres de trabajadores
que habían en Chile. Que era de las Confederación de Trabajadores de Bernardo
Ibáñez, que era socialista, la Confederación de Trabajadores de Bernardo Araya,
que era comunista y la SICH, que era del Padre hurtado, católica. Y al meterme
en esa Federación, me di cuenta que ellos estaban organizando, fábricas por
fábricas, y empecé a asistir como
asistente. A los seis meses ya era consejero, y al año siguiente ya era
Director del diario. Y tres años después, cuatro años después, ya era el
Secretario General de la Federación Textil. Entonces, lógico, todo el ambiente
que me tocó a mí, porque yo, como era lobo solitario, nadie me controlaba.
Porque llegaba a la casa, es decir, llegaba mi madre, mi hermano y yo, a puro
dormir, y después salir a trabajar. Así que, nadie me controlaba, era lobo
solitario, yo tenía el tiempo suficiente para, después de mi trabajo, y ahí
ingresé al Partido Comunista, pero en el asunto sindical, laboral. Nada más.
NA: ¿Recuerda a alguien que lo
haya influido?
RAR:
“No, no, no. Solamente yo tuve la universidad de la vida. Ahí aprendí más que
teniendo maestro. Ahí conocí los problemas de sindicatos, de esto, de los
dirigentes, de las traiciones, de los complots, de esto… o sea que uno tuvo
todo el bagaje, era cuestión de asimilarlo, y ver cuáles eran los problemas y
ver cuáles eran las soluciones. Y a eso me dediqué. Entonces, como me echaron
de Falabella, formé un taller con tres compañeros más y tuve mi propio taller.
Que era un desastre, si yo siempre fui un desastre. Entonces, lógico, tres
personas, jóvenes, de distintas características individuales. A veces que
fallaba uno, el otro que aquí, a veces que yo no podía, no funcionaba la
sociedad. Así que también, entonces yo dedicaba mi tiempo; me levantaba a las
seis de la mañana, porque tenía que tomar un carro, desde la Plaza Egaña hasta
el centro, para abrir el taller, temprano, porque fuera de los tres socios,
teníamos como cuatro operarios, era un taller artesanal, que siempre fue de los
que se llaman ‘trabajadores a domicilio’. Habíamos arrendado una pieza en el
centro… en la calle San Antonio, con Moneda, con Agustinas, en edificios
viejos, que arrendaban en una pieza, hacíamos un taller. Primero atendía con
los socios el taller hasta las cinco y media, seis de la tarde; a las siete me
daba una vuelta, por la Secretaría del Partido Comunista, o si no, me iba
directo a la Federación Textil. Y, ahí aprendí, a arreglar pliegos de
peticiones. Porque uno con Consejero tenían que ir a visitar a los sindicatos
que estaban en problemas.
NA: ¿Quiénes elegían a los
Consejeros?
RAR:
“Los Consejeros no se elegían, se hacían. Se necesitaba compañeros que tuvieran
tiempo, después de su trabajo, para atender los asuntos sindicales de la
Federación. Y, tú tienes diarios míos, y todos hablan de huelga, de paros, de
conflictos, de esto, que lo otro. Entonces, un consejero, ¿qué tenía que hacer?
Ir a ver cuál era el problema, cuál era el pliego de peticiones que presentaron,
asesorarlo, hacer las copias, dos, tres, cuatro, cinco, pa’ presentarla en la
Inspección del Trabajo. O sea, apoyar en forma dirigente a un sindicato
determinado. Y como eran ochenta fábricas que teníamos, consejeros, era
imposible que se fuera, que se visitaran. Entonces, uno iba en las noches,
porque es lógico, si todo el mundo trabajaba, a las ocho de la noche
generalmente empezaban las reuniones del sindicato, esa era la labor de los
Consejeros.
NA: ¿Cuáles eran los principales
problemas?
RAR:
“Lo de siempre, los pliegos de peticiones, buscando, ah, entre otras cosas…
desde que salió Pedro Aguirre Cerda, hasta que yo me salí de la Federación, el
asunto sindical cambió: crecieron los sindicatos, pero de una forma salvaje. Es
tanto que habían tres Federaciones de sindicatos, tres CTCH. Fue una época en
que la lucha obrera se concentró en cuanto, en veinte años, como jamás sucedió
en Chile, hasta que llegó un momento, en que, ahí te cuento qué pasó. Como eran
tantos los conflictos, trataron de hacer una sola Central Sindical. Y para los
años cincuenta, no me acuerdo la fecha exacta, se convocó a una reunión de los
dirigentes de Federaciones y de las dos CTCH y más la… para formar una sola
Central Sindical. Y esos trámites, dimes y diretes, duraron cuanto, dos años. Y
ahí salió la famosa CUT, Central Única de Trabajadores de Chile. Se disolvió la
CTCH socialista, se disolvió la CTCH comunista y la del Padre Hurtado y se
formó una sola Central Sindical, que fue la CUT: Central Única de Trabajadores
de Chile, y que eligió Presidente a Clotario Blest Riffo.
NA: ¿Qué opinión tuvo de Clotario
Blest?
RAR:
“Incansable, sí lo conocí. Lo conocí cuando fue elegido dirigente, después ya
políticamente lo conocía porque yo era apoderado de mesa durante veinte años,
en la Estación Mapocho, y ahí votaba Clotario Blest, así que todos los años lo
veía pasar. Y lo conocí como dirigente, y lo conocí veinte años después, pobre
viejo triste, mal vestido, barbón, yendo a votar. El dio todo lo que pudo por
las centrales sindicales, y como esas cosas son mal pagada y mal reconocidas,
terminó tranquilamente muerto de hambre… Otra cosa que teníamos nosotros los
que participáramos en el movimiento obrero. Yo trabajé ahí desde el año ‘44, ‘45,
‘46!!!! De los veinte años… El ‘46, ‘47, ‘48, ‘49, ‘50: trabajé cinco años en
eso. No se recibía un solo diez, ni siquiera para movilización, y todos los
gastos de uno de movilización a los sindicatos, de comida, corría por cuenta de
uno, no existían sueldo. Entonces hay que ver que ese tipo de gente ya no se
usa (se ríe), entonces, los únicos que cobraban de sueldo era la planta
estable, que dirigía esto, porque había que llevar las cuentas, las financias,
o sea una central ejecutiva y una central informativa. Pero nosotros, que
éramos los que salíamos… porque yo generalmente cada vez que íbamos a la
Federación, me desocupaba cerca de las doce de la noche, y llegaba a la una,
una media a la Plaza Egaña, arriba. A dormir, a levantarse a la seis. Entonces,
uno porque lo hacía, por convicción y doctrina de “Santa Carolina” (se ríe).
Por convicción y doctrina. Uno estaba convencido, de que si veía los problemas
y podía ayudarlo, y yo, que era lobo solitario, podía ayudar, lo hacía. Y lo
hice. Y participé hasta el año cincuenta que se me ocurrió casarme. Entonces ya
me retiré de la Federación, porque, lógico, ya era otra cosa el asunto. Pero
siempre seguí pendiente del asunto
sindical.
NA: ¿Cuáles fueron las tareas
como Secretario General de la Federación Textil?
RAR:
“Controlar todo el trabajo de los Consejeros. Uno era un Consejero más, pero el
que hacía cabeza del grupo. Y los Consejeros no eran siempre los mismos, se
iban cambiando: unos que cumplían, otros que no cumplían, otros que se
retiraban, otros que se enfermaban. Y siempre buscando gente y siempre había
gente que se prestaba para eso. Entonces el Secretario General, fuera de llevar
la lista y el asunto de todos los conflictos pendientes, uno tenía que
controlar a los Consejeros, y ver quienes podían y quienes no podían. Era un
trabajo pesado, pero se hacía. Había que juntarse y si tú ves…
NA: ¿Qué industrias estaban en
aquella Federación?
RAR:
“Los textiles… Como era una CTCH comunista, otra CTCH socialista y otra CTCH
cristiana, eran los sindicatos quienes elegían a qué CTCH pertenecían…. La CTCH
comunista controlaba unas ochenta fábricas. Porque antiguamente en Chile, por
ponerte un ejemplo, el textil era uno de los más numerosos, porque habían, más
o menos, unas sesenta fábricas de seda, de esto, de lo otro, que aquí, de algodón, de confecciones, de sastre, de
tejido, de toallas, de calcetines: todo eso es textil; la fábrica de sacos es
textil, la fábrica de alpargata es textil, la fábrica de cinta y elásticos sin
tela es textil. Entonces el gremio era muy amplio y todo el mundo tenía problemas
terminado el año, porque había que presentar pliego de peticiones, entonces ese
era el trabajo. Terrible. Y había que tener memoria para todo, y tenías que
tener pie para todo, y tenías que tener ánimo para todo, y había que tener
tiempo para todo. Y uno se lo hacía…. Que la fábrica de sacos que estaba acá al
fondo, al sur de Santiago, y tenías que ir a la fábrica que estaba en la
Panamericana Norte, también. Y los que estaban más arriba o los que estaban más
abajo. Entonces (se ríe).
NA: ¿Recuerda haber tenido un
problema de peleas con los socialistas?
RAR:
“No, no. Entre el asunto político, era distinto del asunto sindical, por eso yo
te puse al tiro la cuestión, yo primero era sindicalista, lo otro era problemas
de opiniones.
NA: ¿Entonces usted tenía amigos
socialistas?
RAR:
“Lógico, y éramos trabajadores, obreros, estábamos peleando. No se trataba de
conversar del asunto partidario, se trataba de conversar del asunto sindical y
punto, esa era la meta de uno. Y uno
estaba obligado de no meterse conflictos políticos con esto. Es cierto que los
conflictos políticos, generalmente, iban contra la clase obrera, y prueba de
ello, de que ahí salió la famosa Ley
Maldita, ahora, vamos a ver, vamos por parte, porque me estoy adelantado
mucho... No recuerdo amigos socialistas, yo veía cientos de personas, entonces
es muy difícil decir fulano de tal, de anarquistas, no, no, nada que ver con
eso, yo era sindicalista, ellos no estaban en mi Federación, es difícil el
chiste… el asunto de la división política, te lo voy a poner al tiro, entre los
comunistas y los socialistas se dio, ah, primero, el señor Pedro Aguirre Cerda
se le ocurrió morirse a los tres años, dejó una obra fundamental de Chile. Y le
siguió el señor Juan Antonio Ríos, que también se le ocurrió morirse en la
Presidencia (ese era más derechista que de izquierda). Entonces, resulta de que
como las huelgas ya se habían generalizado en todo Chile, y las Federaciones
llamaban y convocaban, si a veces habían manifestaciones, figúrate que en esa
época, Santiago no alcanzaba a tener un millón de habitantes; y había una gran
concentración, iban 50.000 personas, lo que equivale a decir 200.000 de hoy
día. Entonces, y estaba Hubsbertone y Mapocho en huelga de hacía tiempo, unas
oficinas salitreras. Y se estaban muriendo de hambre porque ya llevaban meses y
nadie les daba solución. Entonces la CTCH comunista llamó a una concentración
en la Plaza Bulnes, para apoyar en la huelga de los compañeros mineros del
norte, de las salitreras del Humbserton y Mapocho. Se convoca, se hace, hay
provocaciones y se produce lo que se llamó la matanza de la Plaza Bulnes, en la
cual yo también participé… y resulta que la CTCH socialista nunca apoyó lo que
hacía la CTCH comunista, políticamente. Y como esa matanza fue tan grave, que
aquí, que allá y la cuestión; y ¿quien estaba de Presidente? El Presidente
institucional era Juan Antonio Ríos, pero Juan Antonio Ríos se estaba muriendo,
así que estaba Alfredo Duhalde, radical. Y hubo una matanza, ahí cayó la Ramona
Parra, en esa balacera y a mí me llegó un balacito por aquí (muestra el brazo). Entonces, el asunto
es que, para esa represión que hubo el Partido Socialista apoyó la represión y
se produjo el distanciamiento, políticamente, entre los socialistas y los
comunistas. Bueno, pasado eso, ese mismo año, que se murió Juan Antonio Ríos,
ahí viene la candidatura de Gonzalo Videla. La matanza fue simplemente por
provocación, había mucha gente, pero, si había mucha gente y era una
concentración en apoyo de huelga, ¿se justifica que en una calle hubieran
lanceros a caballo, que en otra calle hubiera tropas de Carabineros? ¿y que en
otra calle, por atrás, estuvieran también tropas de Carabineros? Que era,
qué!!! O sea, era una provocación. Y la provocaron por una cosa tan simple,
como que se espantó un caballo y lógico, el caballo se tiró contra la gente y
ahí empezó la balacera. O sea parece que estaban preparando para tirarse contra
los comunistas, así de simple. Yo recibí un balazo (se levanta la manga de su
chaleca muestra su brazo con la herida por una bala). Menos mal que fue un
roce. A la hora que entra un poquito
más, te jode el hueso. Me tuve que vendar, me saqué la chaqueta, la camisa, la
vendé y no fui a la posta. ¿Por qué razón? Porque todo el que caía a la posta
en cualquier asunto político, salía en el diario con nombre, apellido,
profesión, domicilio y todo y pasaba a las listas negras. Y si no, es cuestión
que veas El Mercurio de ese año: Tú,
fulano de tal, obrero de tal cosa, vive en tal parte, tantos años tiene, no se
aceptaban en ninguna fábrica más, a la lista negra. Así que, yo sabiendo eso,
lógico, me fui pa’ la casita y arreglarme como pudiera… me la amarré firme y
con remedios. Y ahí cayó la Ramona Parra, la primera que cayó fue la Ramona
Parra. Tú sabes que aquí, en la población La Victoria, una calle se llama la
Ramona Parra; que un famosísimo grupo que hacía murales: la Brigada Ramona Parra. Fueron muy famosas. Y lo
curioso entre Ramona Parra y yo, que los dos cumplíamos veinte años días
después de la matanza de la Plaza Bulnes (se ríe). Ese fue mi regalo a los
veinte años. Fue a fines de enero y yo a los primeros días de febrero estaba de
cumpleaños. Y la Ramona Parra en mayo cumplía los veinte. La juventud
participaba, porque en esa época, veinte
años, eras joven todavía.
NA: ¿Pero usted se sentía joven?
RAR:
“No, como yo fui una persona que no fumaba, que no tomaba, que no iba a casa de
putas, que no iba a casa de remolienda, ni en bares, ni en esto, no en esto
otro, era más sano que un yogurt.
Entonces, era difícil sentirse joven estando metido en la Federación (Textil) y
viendo todos los problemas. Ahora, era obligatorio que si uno entraba al
Partido Comunista tenía que pasar por la juventud, además que no era mayor de
edad. ¿Por qué? Porque a mí ya a los 18 años, a mí ya me decían el viejo. Entonces, y como yo leía tanto
y sabía tantas payasadas, a qué iba hacer en la Jota. Entonces pasé directo a
la Federación. Iba al partido a otras cosas. En el sindicato había una
directiva, y se manejaba esa directiva que dependía de la Federación, como
jefes de la Federación… El partido era aparte, el asunto partidario. Nosotros manejábamos el asunto sindical,
dentro del partido. El partido no daba directrices, no sentía presión. Que
había un esquema de trabajo: sí; que había una línea de información: sí; y que
había una línea de comunicación de todo lo que pasaba y las cosas que había que
ver: sí. Pero que a ti te fuera a imponer, que esto y que lo otro: nunca. Yo
estuve cinco- seis años allí y ni siquiera me llamaron. Era muy distinto ser
dirigente sindical y ser… y a la vez, lógico, uno era partidario de un partido.
Pero eso era aparte. Cada vez que yo tenía que tratar cosas partidarias, iba al
Partido. Pero tratando sindical, era sindical.
NA: ¿El diario de ustedes lo
realizaba El Siglo?
RAR:
“El Siglo era el impresor de esto. Ellos diagramaban. Yo era el director del
diario, pero lo único que hacía era recopilar la información… (Ve los diarios).
Aquí se llama a la gente a que coopere con el diario para que aparezcan sus
problemas, a tener una fuente de información se formaban… uno daba la
información por escrito, pero había gente que sabía de tipografía en imprenta y
que sabe como tomar las informaciones. A mí me lo entregaba cada persona que
iba cada industria. Cada industria entregaba sus problemas. La entregaba a la
Secretaría. Ellos recibían y uno, lo único que tenía que ver, era que se tomara
en cuenta quien la mandaba. Aquí iba todo, pero lo único era que se achicaba
las cosas… valía 3 pesos, baratísimo. Costaba venderlo, porque costaba
distribuirlo. Porque cuando salía, tenían que venir de cada industria a
retirarlo y generalmente no venían. Entonces, el consejero que iba a visitar
llevaba diarios para la venta, entonces era difícil. No venían, porque si tú estás
trabajando, en Maipú y tienes que venir a buscar el diario aquí: ¿Vas a venir?
No. Entonces, el hecho de ser el Director del diario, yo recibía las
informaciones y los enviaba a quien lo compaginaba, que lo hacía grande, lo
hacía chico, pero ese ya era problema de los imprenteros, de los gráficos como
se llamaban. Porque como era tan pobres los tiempos, si tú te figuras, este era
el logo del diario (indica el logo), que era un huso, un huso textil, con esto
tejen las máquinas, se tejían, ahora ya no existen. Ahora, ¿por qué hay otros
que no lo tienen? Porque a la imprenta de El Siglo, el señor González Videla la
hizo tira, y se acabó. Entonces hay diarios del 49, ya no teníamos el logo,
porque este logo lo hicieron tira. Todo lo que había. Por eso dice “segunda
época”.
NA: ¿Recuerda usted las huelgas?
¿Cómo se financiaban?
RAR:
“Cómo no las voy a recordar, si las teníamos todos los días. Era difícil
mantenerla, nada más que al empeño de los mismos trabajadores. Eran ellos los
encargados de mantenerlas y la Federación de apoyarlos. La Federación jamás le
pasó un diez a ninguna, porque no lo teníamos.
Si nosotros no recibíamos un sueldo y no había entradas de nada, no
podíamos ayudar, económicamente. ¿Y cómo podíamos ayudarlos? Nada más que
viendo sus problemas y tratar de encontrarle solución. Para los conflictos muy
graves, la Federación pedía que apoyaran (los sindicatos), esto y esto otro.
Cuando eran graves. Hambertson
y Mapocho, dos meses y tantos. Se le pedía ayuda a los sindicatos…
NA: ¿Usted creía en González
Videla?
RAR:
¿Cómo que no? Me saqué la mugre con González Videla. Porque era el único
candidato de izquierda, que cuadraba con las expectativas de la gente. Prometió
el oro y el moro, el cambio, y el apoyo, que esto y esto otro. Te puedo decir
dos cosas fundamentales: El Pablo Neruda le hizo una propaganda a González
Videla. La Violeta Parra le hizo unos enormes canciones y ensayos, proclamando
a González Videla. Y el partido en general apoyó a González Videla. Porque era
un cambio que venía. Y es tanto, que en esa época, el Partido Comunista, que en
las primeras elecciones de los años 38-40, tenía el 6% de los votos, una cosa
así. Para la época de González Videla, el partido tenía el 25% de la votación.
Y tenía un montón de diputados y dos senadores. Entonces era una potencia. Y el
partido lo apoyó. Tú sabías que cuando él e recibió nombró a tres comunistas…
de los nombres no me acuerdo. Del único que me acuerdo es de Corona, Chacón
Corona, le decían tapa Corona, porque
en esa época se inventó la tapa de las botellas... y González Videla era un cambio, en política.
Y además era de La Serena, y yo era de La Serena. Yo era de Copiapó, pero
estuve en La Serena. Hice todo lo que se hace en las campañas, los rayados, los
murales, las papeletas, que había que
sacarla en mimeógrafo, de una por una y toda la porquería chica. No era como
ahora, que sacas mil, dos mil, antes costaba, todo costaba. Y la propaganda,
que esto y esto otro y las manifestaciones. Ese era el asunto político, el
asunto sindical era otra cosa. Pero en el asunto político, yo me saqué la mugre
trabajando, las horas libres por González Videla. Entonces, que pagar, cómo nos
pagó, era la traición más fantástica del mundo y lo peor es que el Partido
Socialista apoyó la legislación contra los comunistas. Porque eso la famosa ley
de Defensa de la Democracia, aceptó solo a los elementos comunistas. Y los
socialistas apoyaban e incluso, hasta denunciaban. Por eso se abrió el Campo de
Concentración de Pisagua. Y de la Federación Textil, montones de dirigentes
fueron a dar a Pisagua, y los campesinos a Pisagua y de aquí a Pisagua,
montones y los que se oponían, a Pisagua, siendo comunista o partidario.
Entonces fue una ley discriminatoria solamente contra el Partido Comunista.
Apoyado por los radicales, lógico, como toda la derecha. Acuérdate, cambiar de
ministros comunistas a meter de Ministro de Economía a Jorge Alessandri
Rodríguez, hay una pequeña diferencia. Ese fue el salto. Entonces, no hay por
donde perderse de que la simpatía por González Videla se fue al hoyo. Lo hizo
por conveniencia política, porque además nunca fue, como quien dice: el padre
Gatica, predica pero no practica, predicó mucho, pero practicó al revés. Y al
final se alió con la centro derecha y al final se alió con la derecha. Apoyo a
los socialistas excluyó a los comunistas. Y ahí quedó la escoba con montones de
dirigentes en Pisagua y todos presos. Y si tú lees en estas cosas, en estos
diarios, como las amenazas en las huelgas, de que sino se cerraban los
dirigentes iban presos a Pisagua, a favor de los patrones. O sea González
Videla gobernó la segunda parte, solamente, exclusivamente para los patrones. Y
el pueblo, que se joda. Ese fue González Videla y esa fue la famosa Ley
Maldita. Acuérdate que nos excluyó de los registros electorales. A mí no me
pasó nada. Será porque era más vivo que ellos, y nunca me pillaron donde debía
estar. Porque incluso cuando allanaron la Federación nuestra, nos robaron
retoitito, y no hicieron tira todo, yo al otro día me fui, porque en esa época,
como yo era lobo solitario, la poca plata que tenía siendo sastre, la gastaba
en estar bien vestido, entonces yo andaba muy bien vestido. Así que voy un día
de invierno. Me pongo mi abrigo, mi sombrero, mi paraguas, mis guantes, y voy y
me meto a mi Federación a mirar que había pasado aquí hombre (imita una voz de
caballero elegante). Yo me fui a meter a
mi Federación cuando la habían desfalijado y todavía estaban los tiras adentro
(Se ríe). Claro, ven a una persona que va elegante y va preguntar por
explicaciones, me dan las explicaciones y me fui (se ríe), se aprenden muchas
mañas. No me cambié de casa, nada, nada, nada. Después me casé en 1950, fueron
años difíciles. Lo más difícil es que ya no teníamos la libertad de andar de
sindicato a sindicato. Porque nos acusaban los patrones, acusaban de que el
sindicato se iba a reunir. Así nunca faltaron los sapos que fueron a ver qué
pasaba, no, si fue una cosa muy difícil. Entonces el movimiento…
NA: ¿Qué noticias supo de
Pisagua?
RAR:
Pero mira (muestra diario textil)… “los
relegados presentan memorial”, ¿los relegados de dónde? de Pisagua, si es por
año que se siguió esa línea. Y quien reclamaba, el puro Partido Comunista
porque el único ofendido. Los demás hacían vista gorda. Si hubieron muchos,
muchos compañeros que fueron a parar a Pisagua. Era un campo maldito. Claro, de
ahí yo me casé, lógico, yo empecé... Siempre apoyándolo, porque en la fábrica
que trabajé también fui dirigente, pero de la pura fábrica, ya na’ que ver con
la Federación. En la fábrica de vestuario, yo siempre fui textil. Claro, que yo
había pasado a la moda, ya no era sastre, era un desastre.
NA:
¿Qué personas se acuerda de esos años?
RAR:
“Era gallo González Videla. Eduardo Cruz Coke, que votó en contra de la Ley maldita,
que era cristiano, pero era muy saber de la cosa sindical. Elías Lafertte
Gaviña creo que era. Una vez, cuando él era senador, habían tremendas peleas
del Senado, terribles, y una vez los senadores eligieron al mejor senador de
todo el Senado, y eligieron a Elías Lafertte Gaviño. Y Elías Lafertte Gaviño
dijo: que les habré hecho yo, para que me eligieran como el mejor. Lógico, un
tipo inteligentísimo, muy culto, muy respetuoso de las ideas, muy dirigente de
frentón, entonces, no le podían achacar ni coimas, ni esto, ni negociado, ni
nada. Y encima que era revolucionario, lo eligieron como el mejor senador del
Senado (se ríe), Elías Lafertte. Y Carlos Contreras Labarca fue el que me firmó
el carnet del Partido Comunista, el año ‘44, cuando entré al partido. A Neruda
yo lo conocí también, como yo viví en la Plaza Egaña, en la segunda calle; en
la cuarta o quinta calle estaba la casa de Neruda. Yo estuve un día en la casa
de Neruda. Si es cuestión de historia. Yo he conocido a toda la gente bonita y
fea de este país que nación con Pedro Aguirre Cerda. Yo asistí a la
inauguración, a la fabricación y a la formación de las escuelas de danza, las
escuelas de música, las escuelas de baile, las orquestas, de los teatros
experimentales, estos nacieron todos en esa época. O sea que la cultura se
generó en una forma tan brillante, que como te decía, esa fue la época mejor de
Chile. Nació todo lo que tú tienes ahora, nació
en esa época, todo, todo, todo.
NA: ¿Los obreros eran cultos?
RAR:
“El obrero siempre fue explotado, yo fui distinto, porque como yo completé las
humanidades y leía mucho y leía de todo, no solamente lo que convenía, leía de
todo. Tú ves que tengo tanto libro ahí (muestra su librero con más de 200
libros), porque a mí nunca me faltó un libro en el bolsillo. Y como los
viajecitos que tenía que hacer en los tranvías, no existía las micros, era
larguísimos, ¿Qué hacía? Leer. Es por eso que tengo tanto libro chico. Que eran
libros de bolsillo. Y además que yo leía mucho y todavía sigo leyendo. Yo leía El
Siglo, me lo venían a dejar a la casa los días domingos, lo compraba nada más
los días domingos. Porque no tenía plata pa’ más. Pero uno ya conocía todo.
Igual que ahora, un diario lo miro, leo los títulos y ya sabe lo que se trata.
NA: ¿Cómo fue la política
comunista en el campo en esa época del Frente Popular o González Videla?
RAR:
“Ahí, justamente, cuando tenía veinte años, veintiún año, fuera de trabajar, el
día viernes, es decir, esto fue no solo en una sola época, en un solo año que
fue, estaban formándose sindicatos campesinos, y a mí me tocó una comisión que
iba a formar sindicatos a Paine. Y nos íbamos, tres o cuatro compañeros, el día
viernes en el último tren que iba a Rancagua y pasábamos en el campo, porque ya
teníamos el… a ti te dan el programa hecho, “allá te va a recibir tal gente, en
tal fundo…”. No es que uno anduviera metiendo la nariz, sino que iba uno a
determinadas partes. Tomaba el tren a Rancagua, el último tren y pasábamos
sábado y domingo hablando con campesinos y formando sindicatos campesinos. y
nos veníamos en el último tren de Rancagua el domingo, a trabajar el lunes a
las seis de la mañana. Entonces, tú ves que en esa ronda, en que tiempo
descansas tú, no teníamos descanso. Y no me sentía, porque yo nunca me he
sentido cansado, y al trabajo jamás le he quitado el bulto. Así que yo estuve,
en esa época, formando sindicatos campesinos, y cuando este tal por cual, de
González Videla, porque yo no soy adicto a llorar, yo he llorado muy pocas
veces, porque desde niño aprendí que llorar era tonto, después te explico, ese
es un problema sicológico. Una de las pocas veces que he llorado, porque se
hizo una huelga de sindicatos campesinas, que fue la primera en Chile, en esa
zona. En Paine, Buin, Linderos, y todo ese volado, se hizo una huelga de
campesinos, que fue la única que dio resultados y la única que murió a edad
temprana. Porque González Videla al ver lo que pasó, pescó a los dirigentes
campesinos, que habían hecho la huelga, y se llevó a Pisagua y la familia: al
camino, esa es la única vez que he llorado. Porque me decían: “usted, que
vinieron a formar sindicatos, miren en lo que estamos ahora. Nos culparon a
nosotros. Las familias que los echaron al camino. Tenían razón. Por culpa de
González Videla, él los mandó a Pisagua. Y los patrones, los echaron del campo.
NA:¿Cuál?
RAR:
“Terrible. Mire, es que yo conocí la realidad del campo, por otro lado, por eso
es que cuando pude ayudar al campo, lo hice. Pero ese es tema largo. Resulta
que mi madre era enfermera. Entonces, como era muy buena enfermera, le
recomendaban pacientes para largo, entonces ella trabajaba, como quien dice,
puertas adentro. Con gente rica, y la primera vez que fui a veranear, fue
cuando mi madre estaba en la casa de los Aspillaga, que tenían una casona, allí
entre Almirante Barroso y dos calles, tenían una enorme casona de dos pisos y
dos cuadras de fondo. Abajo vivía el tío, arriba vivía un sobrino que era
médico y en la parte de atrás, otro sobrino que era abogado. Y este caballero,
tenía una pequeña chacra aquí al sur de Santiago (al parecer en la comuna de La
Granja), y como mi madre estaba trabajando puertas adentro, en las vacaciones
mías, que estaba en el colegio, me iba de vacaciones para allá. Y ahí aprendí
que a los trabajadores, que no eran obreros, eran simplemente campesinos, los
manejaban los administradores como
querían; les daban pan con afrecho, no les permitían tener animales, no les
permitían tener nada, tenían una huertecita chiquitita, y los explotaban de sol
a sol. Tenían una lechería y no les daban leche; fabricaban queso y no les
daban ni a probar la miga. Entonces mi madre, que era muy fuerte socialmente…
pero, pero… mire. Fuera de eso. ¿Tú conoces la Población San Gregorio? La
población San Gregorio, era la chacra San Gregorio, de don Pedro Aspillaga. Y
era tan grande, que la Aviación se la iba a comprar, antes que hicieran El
Bosque, para el campo de aviación, la querían. No se la quería vender (lo
imita), porque no tenía tiempo pa’ ocuparse de esas cosas, no tenía tiempo, pa’
eso estaban sus mayordomos, y no se la vendió. Entonces esa era chacra enorme,
entonces para conocerla, a mí me llevaban a caballo (se ríe), a conocer. Y
tenía establo, y tenían leche, y la chacra San Gregorio, estaba la casa
patronal, y tenían una huerta, de una cuadra completa, que era el huerto
exclusivo para la casa. Y yo era el único habitante que usaba ese huerto y que
toda la fruta se podría y se caía… y encima tenían un pozo de agua, un
estanque, que era mi piscina particular. Entonces mi madre le empezó a hacer la
guerra con él (al señor Aspillaga): cómo es posible que su administrador, que
está aquí, que tiene tuberculosis, no se le permite se le pudre, no es capaz de
darle a ellos. Le daba la guerra. Y logró que este hombre, porque era solterón,
llamara a su administrador y le pidiera cuentas por primera vez en la vida, de
cómo se barajaban los campesinos. Y mi
madre cuando leyó eso, porque ella sabía de letras, sabía de número y sabía de
explotación también. ‘Pero, cómo es posible. Osea que, un hombre, que tiene una
pequeña huertecita, no se le permita tener ni siquiera un animal, y depende
nada más de sol a sol; y que los hijos no pueden ir a la escuela, tienen que
salir a trabajar a los ocho años. Le armó la guerra. Yo estuve yendo tres años
de vacaciones allí, porque ella estuvo hasta que se le murió la señora, porque
le cuidaba a la mamá. Y en los tres años, les cambió el chiste a los
campesinos. Y ya tuvieron luz, alumbrado, se les permitió tener animales, de
vez en cuando se les daba queso (porque fabricaban queso), pero se les daba un
litro de leche por casa. Entonces algo es algo. Pero los explotaban salvaje. Y
ahí conocí, también, las misiones
espirituales que hace la Iglesia Católica, que hacía, porque ahora ya no
las hace, porque pasó de moda. Llegaban las misiones espirituales, el patrón
acá, las atendía a cuerpo de rey po’. A ver, a visitar a los campesinos, a que
creyeran en Dios, a bautizarlos, a casar los que no eran, que esto y esto otro,
aparecían una mes al año, habían comido, bien tenidos, y se iba. Yo conocí todo
ese sub mundo, que no tenía por qué conocerlo, pero lo conocí bien. Y no fui el
único. Tuvo otro patrón que era de Rancagua, ahí conocí Rancagua. Ese era al
revés. Tenía hijos en la universidad, tenía tres hijos en la universidad.
Llegando fin de año, se llevaba a los chiquillos, que ellos se fuerana a
trabajar, para que aprendiera lo que era trabajar en el campo. Y les pagaba
bien a sus inquilinos. Y cosechaban arroz, cuando Chile producía arroz pa’l
mundo, entonces ese era al revés. Y tenía un departamento aquí en el Banco del
Estado, en la central. Yo estuve ahí,
viendo a mi madre de visita. Una vez que viéndola, entra él y me dice
‘perdone’. Me pidió perdón por haberme molestado, porque estaba de visita con
mi mamá, siendo él el patrón, el dueño de todo. Una gente al revés, culta, muy
bien educada, comprendiendo a los campesinos y les pagaba muy bien. Era al
revés. Conocí a otros… mejor no te cuento, tantas cosas. Yo conocí todo el
ambiente campesino a través de los clientes de mi madre, que cada uno la
llevaba a sus fundos. Entonces, todo ese asunto, a mí, de la chacra San
Gregorio, es la que me impuso la obligación, de cuando el partido dijo:
‘necesitamos gente para esto y esto otro’. Listo, yo me embarqué en eso. No es
que me lo impusieron. Yo lo pedí, porque yo conocí el sistema.
NA: ¿Cómo eran las condiciones de
los campesinos en Paine?
AR:
“Estaba igual, tal como te la había dicho en la chacra San Gregorio. Igual.
Terrible. La explotación inicua, de sol a sol, niños sin escuela. Porque el
hombre que no podía trabajar, tenía que poner un hijo, y si no, lo echaban de
la casa. Porque todas las casas no eran de ellos, eran de los patrones.
Explotación completa. Entonces, que le vas a pedir tú a un campesino, que no
aprendió, ni siquiera a leer, porque no pudo, no lo dejaron, no le dieron las
condiciones, que le van a exigir.
NA: ¿Y cómo eran los campesinos?
RAR:
“Terrible, terrible de buena gente, porque eran amigable, compresivos, y no
hallaban con que tratarte. Y a la casa que yo iba, me hacían dormir en el
suelo, pero bien tapado, porque ellos no tenían ni un catre pa’ ponerme y nosotros no íbamos a eso. Gente muy
abierta, muy sencilla: ‘pero usted es explotado’, y te decían así no más: ‘Y
que le vamos a hacer, y de que vamos a comer’. Si no tienen otro hogar, están
limitados y obligados a estar limitados. Y los obligan a estar limitados.
Entonces, una cosa es lo del padre gatita, predicar y no practicar. Tanto que
practicaron del que campesinado, de que aquí… las buenas huinchas. Hasta hoy
día, sigue el mismo chiste, un poco
mejorcito. Con la mecanización, peor todavía, porque ya no se necesitan
campesinos, se necesitan a un hombre que sepa manejar una máquina.
NA: ¿Lograron disfrutar de
fiestas o costumbres campesinas?
RAR:
“No teníamos tiempo, íbamos nada más que a hablar, a formar sindicatos… ellos
sí que tenían miedo, logramos formar sindicatos y se hizo la primera huelga
campesina de Chile, que duró un verano y al otro verano este tal por cual los
mandó a cambiar.
NA: ¿Llegaron a convertirse en
comunistas esos campesinos?
RAR:
“No íbamos tanto a predicar el partido, íbamos a formar sindicatos, porque yo
era sindicalista. La explotación se las explicábamos, poniéndolo en las circunstancias en que ellos estaban. Que
ellos no se merecían tener una pocilga de casa, trabajando de sol a sol y toda
la vida; que ellos no se merecían que no les dieran productos que producían,
cuando ellos los vendían por miles; que ellos no se merecían andar mal
vestidos, cuando no les pagaban ni siquiera para vestirse, ni para educarse, ni
para vestirse, ni para comer, ni para nada, los explotaban simplemente.
Entonces, lógico: ‘Y entonces que vamos a ganar con el sindicato’. De que se
le reconozcan sus derechos, que ustedes
tienen derecho, si aquí se cultivan papas, tienen derecho a papas, derecho a alimentación,
derecho pago mejor. Y derecho a un horario que no sea de sol a sol, que sean diez horas, por lo menos, porque
llegar a ocho ya es mucho en el campo. No pos, allá trabajaban de sol a sol.
Trabajaban, en la práctica, de siete de la mañana hasta ocho de la noche. Nunca
nos pillaron. Ese era el chiste, el chiste era teníamos todo formado,
justamente para que no se metieran ajenos. Entonces, no decían: no, ahora, no
pueden ir a este fundo, porque bla bla bla. Nos decía: la próxima semana no
vengan, nos protegían de que, en las reuniones. La gente del campo eran los más
infelices de mundo, con tantas necesidades, quien va a ser feliz. Si ellos se
enfermaban, se atendían ellos mismos, o se morían tranquilamente. Los patrones
les importaban un pucho. Después llegaban las misiones católicas y les hacían
las comuniones y quedaban listos para todo el año. Esas son las cosas que a mí
me hicieron cambiar, mi método de pensar, de obrar y de sentir la injusticia.
Después de las huelgas, no volví nunca más…
chi, a qué iba a ir, si fui justamente a darles, como quien dice, mis
condolencias y nos dijeron: ‘y qué condolencias, cuando nos echaste a perder la
vida’, que aquí y que allá, porque quienes se metían eran los maridos, los
hombres. Las mujeres pagaron el pato. Y los maridos se fueron, los mandaron a
Pisagua. Ahí se cambió mi religión, se cambió mi modo de sentir, de pensar, de
obrar y de catalogar, tanto a este grupo, como al otro. Cambio total. Hasta hoy
día.
La Familia.
RAR:
“No me quejo de la vida, he pasado las de quico y caco, pero, yo sé que he
cumplido con mi obligación, con mi deber, con lo que yo quería; que en esta
casa fue humilde, pero que nunca faltó el pan, esos fueron mis sueños; que las
chicas se educaron y que todas recibieron sus tremendos títulos… de cesantes.
Les llegó el Golpe. Salieron de cesantes; y la otra que salió de segundo año de
universidad, después yo iba a verla, vendiendo helados en la calle nueva York
con Ahumada, cesante, la Marcela, la del medio. Estaba en segundo año en la
USACH, estudiaba Tejido Técnico. Y al caballero se le ocurrió, que esas
profesiones no eran de promesas para el país, cerró los cursos y los echó todos
pa’ afuera. La mayor estudiaba Contabilidad y la más chica, también estudió
Contabilidad. Y ninguna ejerció de Contabilidad, porque se graduaron de
cesantes, porque no había en qué trabajar”.
NA: ¿Y las tres fueron políticas?
RAR:
“Lógico. Hubo una herencia de parte de mi señora y yo. Mi señora era comunista,
pero no la conocí siendo comunista, pero de eso no nos metamos, porque allí
entra el tipo familiar. Pero ella era totalmente distinta. Cuando yo me casé no
era comunista, allí está el chiste. Ella era una católica, que no iba a la
iglesia, que no se confesó nunca y que no comulgó nuca, porque ella creía en
Jesús, no en Dios; creía en Jesús. Y no creía en los curas (se ríe). Pero ella
respetaba todo, que aquí, que allá, que esto, que lo otro. Cuando insistió en
que las niñas hicieran la primera comunión, yo les hice el traje de primera
comunión, las llevé a la iglesia, les saqué foto y todo lo demás. Porque ella
decía: ‘No me vengan a echar en cara, más tarde, de que yo no la eduqué como
católicas, de eso se encargan ustedes de aprender o no aprender. Y cuando
estaban con problemas graves, cuando aprendió política, ella iba a pelear con
Jesús a la Iglesia, no iba a pelear con Dios. A yayai (suspira). Y terminó
trabajando con el freile, tantos años, con Monseñor Alfonso Baeza, el Cura
Baeza, en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús (Estación Central). En
Alameda con Chacabuco. Claro, ella hacía cursos allá, cursos de gimnasia,
cursos de pinturas, cursos de baile, cursos de macramé, de esto, del otro,
montones de gente que iba para allá. Y para hacer esos cursos, durante mi vida,
yo la obligué a que tomara cursos de pintura, de cocina, de macramé, de esto,
de gimnasia, y que los aprendió tan bien, que terminó haciendo grupos. Si en
esta mesa, no ve que esta mesa se abre, de
lado a lado, caben doce personas. Aquí enseñaba pintura. Aquí tenía su grupo de
viejas que aprendieron a pintar y a ganarse el pan de cada día, pintando bolsas
de pan, como las que tengo yo, o pintando delantales, o pintando pañuelos,
pintando de estos calendarios, en el tiempo de Pinocho. Para ganarse la plata.
A yayai (suspira). Tanta cosa, pero la vida es así. Resulta que como sastre
terminé un desastre.
Diferentes Generaciones.
RAR:
“En cambio aprendí vestuario femenino y a mis mujeres siempre las tuve de punta
en blanco, con la moda. Porque toda la ropa se las hacía yo. Son caminos que
uno jamás soñó, y que se dieron y como se dan, hay que aprovecharlos como
vienen y sacarles el mejor provecho. Entonces, yo no me quejo de nada, porque
yo sé lo que es ser un pobre diablo que no tiene nada de nada. Y sé lo que es
hambre y sé lo que es necesidad, porque yo lo viví. Así que a mí no me choca,
no me quejo, porque el que quiere, si tiene empeño, puede. Ahora no po’, tú vas
el domingo a la feria, con diez lucas, vas con el puro traje de baño y sales
pintiado, con zapatos, calcetines, calzoncillos, camisa, una casaca, yoqui, por
diez lucas. Sales vestido. Antes, un par de zapato al año, y punto. Un puro ternito al año, y punto. Que les vas
a decir a los chiquillos que se pongan una pura teñida al año, cuando tiene
opción de cambiar todos los días y si nos les gusta, simplemente lo botan (…)
Entonces no puedes comparar esta generación, con la mía. Cuando todo era
necesidad, ahora todo es botarata. Aquí no hay ningún patipelado que no ande
con unas zapatillas de marca, con una camiseta de marca, con un aparatito, de
estos de marca, porque cambió el país .Entonces, por eso te digo yo, que la época
que yo conocí, desde el año ‘38 hasta
más o menos, los ‘50; fue este país naciendo, y ahora, este país, con
tanta abundancia de aparatos mecánicos, este país se está hundiendo, porque
está siendo dependiente de todo. Antes, aquí en esta época se fabricaba todo.
Aquí nacieron todas las fábricas: desde el acero, hasta el cemento, hasta los
cristales, los vidrios, la loza, el vestuario, las fábricas surgieron así.
Y los conjuntos musicales, los teatros,
que aquí, que esto, que lo otro, nacieron así. Y hoy día que está todo
hundiéndose por la modernidad. Porque ya nadie le interesa el vecino, están
todos metidos en los computadores, o sino hablando por los celulares, o
metiéndose en las páginas web, las pin, las pan… y nos tienen tiempo de saber
quién es el vecino. Antes los vecinos nos juntábamos todos, hoy día no se junta
nadie. Entonces cambiaron las generaciones. Entonces, yo no puedo echarle la
culpa a la generación joven, de que sea tan mal educada, tan mal hablada,
porque el mundo cambió. El mundo ya no es manual, artesanal y trabajador como
ésta época… antiguamente, mi generación,
que salía con 17 años, salía directo a trabajar. Hoy día, a los 18 años, están
pensando que carreras van a seguir, hasta los 25. Y si no les va bien, se
quedan en la casa de los papás hasta los 30. Cambió el mundo, yo no le puedo
exigir a este mundo, que piense en estudios, como lo hice yo. Eso es imposible,
no lo van a hacer, no les da el cuero. Porque yo soy capaz de hacer el trabajo
de cuatro jóvenes, y yo no me canso y ellos sí, porque no saben lavar ni un plato. Yo acá hago todas
las cosas, desde subirme a la escalera, hago la cama, todo.
(*) Obrero Textil y Poblador de Villa
Sur, Comuna de Pedro Aguirre Cerda, Santiago (Chile).
13
de Agosto de 2013.
Nicolás Acevedo
A.
(Chile).