martes, 22 de julio de 2014

MARCELA RODRÍGUEZ V.


PARTIDA



He de partir mañana
en silencio, solitaria
he de partir mañana
sin adioses ni fanfarrias

Como duelen los recuerdos
como pesa la nostalgia
como darte compañero
un abrazo a la distancia

Ese tiempo que he vivido
en la lucha junto a ti
no se borra con mi ausencia
pues me llevo en el corazón
el recuerdo de tu presencia

Marcela Rodríguez V.
(Chile).


VÍCTOR E. GONZÁLEZ


FRAGMENTOS PARA UNA NOCHE DE JAZZ


Uno

Siempre habrá tiempo para escribir y con ello soñar nuevos mundos; habrá tiempo para un abrazo, para hacer recuerdos o evocar afectos... Siempre podremos concurrir al mitin de las 5 con la certeza de que allí nos encontraremos... los de siempre y los de mañana. Habrá un secreto tiempo que nos hable de la vida y los peregrinos, de los mares y sus navegantes, de los bosques y sus exploradores; habrá un silencio fraterno, una lágrima genuina, un verso que será un canto y voces que corean todos los nombres, en todas las lenguas... Habrá una página que nos espera, en ella muchos ya han escrito y dejado sus huellas, en ella todos escribiremos poemas y sueños, frases y proclamas, cuentos memorables que se guardan en el alma (exista o no ésta).

“Crisálido; El tiempo sin tiempo / La lluvia o una tormenta / Del mar y los recuerdos / Al modo del silencio o un sueño / Una quimera, una utopía… / Un viaje en tren /  una lágrima convertida en beso… /  O cómo no olvidar que somos un viejo combate /  Una esperanza / una proclama  en tierras libertarias  / Crisálido”

Dos

Las utopías convocan fuerzas nobles y conjuran voluntades ciertas; se escriben con poesía de pueblos, de temerarios poetas que han sido encerrados y sin embargo son libres; las utopías marchan esta tierra desde antes de ser tierra, anteceden el sueño, predicen la historia, invocan fuegos libertarios y ponen de pie a los marchantes, aún después de la derrota...

La utopía como tenacidad abre baúles y arcanos; dibuja memorias y futuros; la utopía como voluntad recrea batallas épicas y combates magníficos, desiguales pero justos. La utopía como inspiración nos vuelve caminantes, viajeros, exploradores, sibaritas de lo cotidiano, apetentes de lo sublime, anhelantes de lo pasional... La utopía como ideología dibuja sueños y pueblos y guerreros y banderas y campos plenos de luna...

Tres

Palestina al modo de un espejismo infinito es una utopía; los niños de ese pueblo entre mares juegan en sus ruinas, recogen la historia convertida en polvo entre sus manos, escriben en las paredes sagradas y lloran cuando llega la noche... Luego todo es silencio, olvido, desierto, lejos y nunca jamás. Sólo huellas en el tiempo de Gaza y Cisjordania...
Allí las civilizaciones del mundo se citaron para soñar otros mundos, para compartir un brazo, un trozo, un misterio, una promesa, una vindicación; la mitad del camino entre oriente y occidente.
Palestina, Gaza, Cisjordania. 
En los límites imaginables de la vida, formaron  parte de imperios y derrotas, de mares infinitos en infinitos llantos; Palestina ha sido la más bella de las imaginaciones, la más exuberante fantasía de poetas y rapsodas, de vagabundos y escritores, de proscritos y relegados.
Ella inspira delirios, confunde la cordura en lluvias y otoños, Palestina la ciudad perdida, cautiva almas y espíritus, abraza misterios y desgarra corazones. Allí aún las tardes son quietas y serenas, no hay espacio ni tiempo sino para llorar de felicidad porque Palestina  anida en su vientre de arenas doradas y susurros a los hijos de este pueblo.
Palestina que los tiempos del mundo sean un instante en tu libertad.


Víctor E. González (Chile).

 

SHEINA LEONI HANDEL

ESPAÑA CRISOL DE COLORES


Sheina Leoni Handel (Uruguay).



ANTONIO GUSTAVO MACERA



MIRANDO HACIA EL MAR

Mirando hacia el mar me detengo
respirando como un náufrago.
Tendida en la arena
reposa mi existencia oceánica,
mi llamada, mi camino infinito.

Es que a veces vivo
alimentándome de sal y de algas,
y respiro las noches frías,
y amo a la mujer que vive
ebullente entre las olas.

El mar me llama hacia su tumba.
Frente a él hallo mi humanidad,
la ocasión de muerte,
la acción de vida y de grito.

Me adueño de todo lo nocturno,
de todas las luces navegando
hacia donde yo navego,
empuñando el olor a tierra
que tiene mi voz,
las costumbres de mis manos
cuando amo y el largo adiós
que se expande en mi rostro.

Antofagasta, Junio de 1990

Antonio Gustavo Macera (Chile).