domingo, 24 de abril de 2011

PEDRO PIÑONES DÍAZ

PAPA MINERO

Ahora, lejos,
miro las primaveras de Illapel:
sin duda hoy son otros los tiempos,
pero la pobreza es la misma de ayer.

Las alegrías de la niñez son blancas
y se acercan a los aires
para sembrar estrellas
en el aire polvoriento de los caminos.

Tú te despiertas con el cobre en tu pecho.
De la montaña rugosa y áspera
vienes llegando.
Y los días no fueron buenos allá en la veta.
Ahora ya no es como antaño,
cuando era fácil recoger el cobre y el oro
de los ríos.

En ti los colores han ido cambiando:
eres más viejo
te has hecho viejo allí en las laderas de los cerros,
perforando a mano la roca para sacar cobre.
Eres un relicario de fuerza y coraje, padre.
Fuiste siempre así, valiente,
y desafiaste cada mañana.
De tu cuna a tu sepulcro, siempre fue lo mismo:
luchaste y levantaste tu cara al cielo.

Respirando humos oscuros en las minas,
fumaste tus cigarros, bailaste cuecas,
y me queda el recuerdo de tu cariño por la familia.
Nunca te vi ebrio, pero, sí, fuiste bien “chucheta”
y tenías otras mujeres.
Yo seguiré dedicándote mis versos.
Porque tu vida fue sufrida, pero digna,
te mantendré en mi santuario
como un ejemplo digno de seguir
cuando llegan los malos tiempos.
Simplemente agradecido,
¡muchas gracias, Papá!

Pedro Piñones Díaz (Chile).

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