lunes, 28 de enero de 2013

SHEINA LEONI HANDEL


ÍDOLOS Y LIDERES: LAS NUEVAS SIRENAS DE LA ACTUALIDAD (17/12/2012)

Hace ya algunos meses América Latina se vio sumamente convulsionada por la llegada de Paul McCartney; hace sólo unas horas fue la llegada de Madonna la que conmovió a Argentina. Por si esto fuera poco, los primeros anuncios de la llegada de Elton John a nuestro continente ya han conmocionado anticipadamente a los numerosos fans del ídolo.
Pero no sólo integrantes del mundo artístico logran congregar a millones de fanáticos cada vez que se hacen presentes: también figuras importantes del mundo deportivo, cultural o de cualquier otra índole que han logrado destacarse por algo que suscite notoriamente el interés en una sociedad determinada.
No importa hora, ni espera, ni costo: todo esto deja de tener trascendencia cuando se trata de pasar un momento de la vida con esa celebridad tan especial para cada uno. Todo está permitido en ese sueño mágico y místico con la figura amada. Los diferentes cantos de estas sirenas son capaces de hechizar a millones de personas, tal como lo hicieron sus antecesoras en las antiguas leyendas.
Estas nuevas sirenas, poseedoras de un canto diferente, son seguidas y amadas por millones de personas, ansiosas por estar cerca de ellas aunque sea un segundo, y capaces de realizar cualquier cosa que estas le pidan.
Y así, van surgiendo en nuestro cambiante horizonte célebres figuras con cualidades personales que provocan en sus seguidores una fidelidad a prueba de todo. La historia ha estado plagada de ellas: nos referimos a aquellos ídolos y líderes, positivos o negativos que han logrado influir o cambiar el curso de las sociedades, simplemente por estar. Ídolos como Elvis Presley o líderes como Gandhi (por nombrar a algunos) fueron capaces de dejar su sello en la época en que vivieron y pasar a la inmortalidad.
Las nuevas sirenas, con sus llamativas voces, han logrado encantar el mundo entero, que se ha desvivido por satisfacerlos. ¿Cuál podría ser el motivo? Veamos.

MI ÍDOLO FAVORITO ES…

El concepto de ídolo es muy antiguo; en determinadas épocas y culturas estos se consideraban representaciones de entidades sobrehumanas, generalmente de orden divino, que se adoraban en imágenes construidas por el hombre. El significado de ídolo era exactamente ese: figura o imagen que se adora religiosamente.
Actualmente, sin embargo, este concepto y la relación que establece el ídolo con sus seguidores se ha modificado, pues las transformaciones culturales y la participación de los medios masivos de comunicación así lo han exigido. Facebook, Twitter, YouTube, entre otras herramientas informáticas, han dado a nuestros ídolos y líderes modernos una nueva forma de llegar hasta sus adeptos, o directamente saber si los tienen.
Algunos publicistas sostienen que los ídolos son un producto y una marca a la vez. Los medios masivos de comunicación amplifican la imagen de la persona para hacerla conocida más allá del contacto personal. Ese conocimiento, variable según la sociedad, es lo que hoy se conoce como fama. Cuando el prestigio y la fama se unen, estamos frente a lo que hoy llamamos un ídolo. ¿Cómo se vuelven especiales algunas personas, mientras que otras, con iguales o superiores aptitudes, nunca logran destacar? Pues porque no tienen un don excepcional que parece ser el principal motivo por el cual una persona se convierte en estrella o ídolo de multitudes. Esta cualidad excepcional es lo que llamamos carisma.
Durante años se habló del carisma como de un don particular referido a las cualidades y capacidades consideradas extraordinarias o sobrenaturales (magia, revelaciones) para las que algunas personas parecen estar dotadas en su medio social, como si fueran enviados de Dios o se les hubiera concedido un don o un poder más elevado… En la época moderna, el carisma se equipara cada vez más con el poder de irradiación individual extraordinario que emana de algunas personas con dotes de mando. Se identifica como el poder de provocar en las masas una entrega emocional hacia el ídolo, en este caso, y una fuerte identificación con él. Sea como sea, una persona carismática jamás pasa desapercibida: no importa edad, físico, nivel cultural… el carisma pasará a ser su característica principal.
Y así, los simples mortales se sienten atraídos por su ídolo, y harán todo lo posible por parecérsele. Copian sus tics, su ropa, sus peinados, porque proyectan en ellos todos los sueños que tienen y no pueden saciar individualmente. Pero, ¡cuidado!, cuando el idolatrado contradice los propios valores que representa, o su mensaje no condice con el de su público, pierde su popularidad y empieza a declinar.

¿QUÉ VEMOS EN LOS ÍDOLOS?

Cuando las personas seleccionamos un ídolo es porque encontramos en él cosas que querríamos ser o tener, lo que nos hace identificarnos con su persona.
Los medios masivos de comunicación son determinantes para construir esa imagen adorada, y a su vez, pueden decidir cuándo ponerle fin. Si bien la popularidad se sostiene en el tiempo, los medios pueden en muchos casos, si lo desean, poner fin a esos quince minutos de fama y terminar el idilio con sus seguidores.
Desarrollar una fuerte personalidad respecto de ellos, acompañada de una fuerte identificación en algún sector de la sociedad, es algo fundamental para que un ídolo perdure.

OTRO TIPO DE SIRENAS: LOS LÍDERES

Todos sabemos que en estos últimos tiempos la salud del presidente Hugo Chávez ha ocupado el primer plano de todos los periódicos del mundo. Muchas personas se han manifestado dolorosamente, y hasta se han hecho ceremonias religiosas en su honor.
Amado u odiado, es indiscutible que dicho mandatario tiene ciertas características que le han permitido liderar su país acompañado de una gran cantidad de personas que lo siguen, racional o irracionalmente. Más que un jefe formal de gobierno, se ha transformado en un líder carismático y, probablemente, va en camino a convertirse en un ídolo para muchos venezolanos. Como mencionamos con anterioridad, siempre han existido líderes en las diferentes épocas, ya sea positivos como Teresa de Calcuta o hasta el mismo Jesús, o negativos como Hitler. ¿Cómo llegaron estas personas a convertirse en líderes? ¿Nacieron o se hicieron? Pues no hay una respuesta absoluta.
En la actualidad hay coincidencia en que no es solo el carisma lo que convierte a una persona en líder, sino que el líder se va formando a sí mismo a través de un proceso de aprendizaje que incluye la observación permanente del medio en el cual vive y la interacción con otras personas y el medio social.
El líder es aquella persona que tiene ciertas aptitudes y habilidades valoradas dentro del grupo, que es capaz de actuar para cambiar una situación determinada, pero también de entusiasmar y movilizar a otras personas para que intenten ese cambio junto con él. Es aquel que logra influir en las conductas de las personas para obtener las metas perseguidas. Debe ser capaz de motivar e influenciar a sus seguidores al mismo tiempo, pero fundamentalmente debe actuar; los buenos líderes actúan, no sólo hablan.

POR LO TANTO…

Si bien, como hemos señalado, los ídolos y líderes siempre han existido, en esta sociedad tecnologizada dichos conceptos, como tantos otros, se han ido modificando.
En ambos casos sigue siendo necesario tener ese sello particular que los convierte en seres especiales y los distingue de la multitud, aunque la mayoría de las veces no alcanza: se necesitan otras características complementarias, como carácter, voluntad, energía, preparación, y por qué no, un poco de suerte.
Ni qué hablar de tener un lugar en las redes sociales, como Facebook o Google, y en las redes de contenido, como Twitter o el mismísimo YouTube.
Por eso, si usted quiere formar parte de este grupo selecto de sirenas que luchan por surgir en el siglo XXI, comience a prepararse, desarrolle alguna habilidad, aprenda a sonreír, tenga su Facebook y sus seguidores en Twitter, haga su propio video…
Y empiece ya mismo a contar a sus seguidores: tal vez mucha gente ya lo ha empezado aplaudir…

(Uruguay, 1962). Reside en Uruguay.


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