ESTE TIEMPO NOS QUEDA
EXACTAMENTE BIEN
La verdadera historia de los pueblos, el
diálogo entre ellos, la escriben sus propios hombres y no sus gobernantes, por
ello tendríamos que decir como el poeta salvadoreño Arquímides Cruz, que “este
tiempo nos queda exactamente bien” para toda ceremonia donde intentemos tomar
la palabra. Una vez más lo confirmo cuando me encuentro en El Salvador para
participar en el Festival hispanoamericano Claudia María Jovel, invitado por
unos amigos que siembran con su dedicación memorables paisajes; a personas como
estas y a Dios debo agradecer mi presencia en estos escenarios en medio de un
país donde resido que me ignora. Pero la suerte está echada, como diría
Cesar, y estoy por esta tierra de Centroamérica que me llama
poderosamente la atención pues cada ciudad tiene un nombre de un Santo:
San Salvador, Santa Tecla, San Sebastián, San Vicente, para citar algunos
nombres.
Años atrás había conocido a muchos poetas,
gracias a Otoniel Guevara, que cada año se empeña en abrir las puertas de su
país por El turno del ofendido, una especie de encuentro en homenaje a Roque
Dalton. En esta ocasión, gracias al extraordinario amigo y poeta Eric Henríquez
y a la Cooperativa Acodjar. R.L, me sumo a Kary Cerda, Javier Alvarado,
Armando Maldonado, José Luis Quesada, Ely Rosa Zamora, y otros poetas de
la Fundación Metáfora a esta cita, para llevar la poesía a múltiples
escuelas y centros de trabajo con la complicidad de otros amigos.
La alegría de Eric Henríquez contagia para
vivir y para escuchar poesía. Él es como un niño grande que ha descubierto que
Dios está muy cerca de todo y le ha abierto los ojos para que confirme el
tiempo mágico e inequívoco que nos ha tocado. La carita de felicidad de Argelia
Marxelly nos ofrece una gran pasión para hablar de Amada Libertad. Así me regala
una antología de poetas salvadoreños y cubanos, un proyecto acabadito de sacar
del horno de las imprentas, cuyo título no puede ser más evidente: Las puertas
de la madrugada. La edición tiene como pórtico unos versos de Amada:
“Cuando me muera/ no me iré del todo / quedaré en tus anhelos e ideales /
quedaré en las letras que un día / escribí en el odio / estallaré en mil y más
auroras / y seguiré amaneciendo / en la conciencia afilada de todos”. Tanta
entrega nos evoca el poeta cubano Rigoberto Rodríguez Entenza cuando
precisa: “Si ya afirmamos que se escribe solo una versión, en este caso de la
poesía de José Martí o Roque Dalton, es porque vemos en una misma lengua la
punzada del que evoca y llama, dígase arde”. Así arde la propia Amada Libertad,
o las banderas de la lluvia de Arquímides Cruz, y de otros poetas asesinados
del Taller Literario Xibalbá, cuyos restos todavía no han aparecido aún cuando
mucho se empeñaron los amigos, familiares, poetas y editores del
suplemento cultural Tres Mil del Diario Co Latino. Hoy ellos representan para
todos una gran promesa para el país, como lo es la imagen, recién beatificada
de Monseñor Romero, en una nación desbastada por la guerra, pero llena de gente
hermosa y cándida que quiere escribir ese preciso tiempo del que habló
Arquímides.
Memorable fue llegar a las escuelas de San
Sebastián y reencontrarme con Beto y Gloria, y otros amigos. Ellos tienen el
júbilo de la gente que vive en centroamérica. Las preguntas de los niños y
adolescentes me confirmaron que hay cosas que no se perdieron en la guerra.
Nada desaparece del todo. Nunca. El aliento de sus miradas, la lectura de
poesía escrita por estos alumnos, me recordaron a Roque mucho y también a
Claudia María Jovel, para quien fue el homenaje verdadero; dejándonos a
nosotros mismo la sed por compartir tan extraordinario espacio, para que el
tiempo sea justo y enriquecedor. En ocasiones no teníamos palabra para
agradecer a los poetas de este país tanta emoción y entrega.
La poeta venezolana Ely Rosa Zamora me regala
uno de sus libros, se trata de La nitidez del embudo, y en ocasiones pensaba
escuchando sus poemas, cuánto nos desconocemos nosotros mismos. Su propuesta
tiene como telón de boca la dramaturgia de sus historias. Así nos hace recordar
el terremoto de Haití y el drama de esos días, o nos replantea la carga visual
de la poesía. El poeta Javier Alvarado me dedica su Carta natal al país
de los locos, con alguna viñeta en la primera página y el aliento de un
escritor que conoce demasiado los derroteros de la poesía americana. Un
escritor, exponente diría yo por estos tiempos, de la manera de pensar desde
este magnífico continente americano.
Armando Maldonado nos acompañó también con su
guitarra, y nos hizo acercarnos a Honduras, junto a José Luis Quesada, escritores
estos que ya conocía. La bitácora del Mayor Tom y otros poemas, fue el regalo
de Maldonado, y en esa supuesta alegría no quiere hablarnos de la pérdida de su
esposa, de cómo se acercó en una ocasión a una tienda para comprarle un vestido,
cuando la realidad era otra. José Luis Quesada, reconoce lo mucho que le queda
por vivir, su poesía de trotamundos nos cautiva como su luz. Su obra debe ya
ser mucho más conocida de lo que es, un hombre este iluminado.
La poeta mexicana Kary Cerda nos regala su ola
de fe y amor, su Usumacintamente, libro que nos da fuerza para seguir adelante,
que nos motiva cuando recorremos sus geografías posibles, sus mundos florecidos
y llenos de un agua viva y transparente, sus canciones que acompañan en un CD,
esta bella edición, así lo dibujan. Ella es como un juglar con su cámara
fotográfica en mano y sus poemas, por todos los lugares posibles. Días estos
para brindar con Egdar Alfaro Chaverri, Otoniel Guevara, Josué Andrés Moz, y Alberto López Serrano, para mencionar algunos poetas
salvadoreños.
Por
esa travesía, visité La joya de Cerén y La puerta del diablo, lugares estos de
una geografía tan intensa y mágica como los días que habían quedado –supuestamente- atrás. El calor me recordaba mi isla, aunque más me
preocupaba el destino de esta gente en medio de la paralización de los
servicios del transporte y la inseguridad ciudadana.
“Tus ojos te salvan
compañera/ con ellos subo por las madrugadas el tren de la historia / que agita
alegremente / su fumarola roja”. Versos estos de Arquímides que dedicara a
Claudia María Jovel, sin reconocer que compartirían el mismo final, a mediados
de 1989, en el Frente Gerardo Barrios de la zona de La libertad, acusados por
traición. Tus ojos te salvan poeta, también a ti, que has dejado abiertos los
míos para reconocerte y bendecirte en esta ciudad, en la que también voy
saliendo, como si fuera tan fácil escaparme de ese amanecer en El Salvador que
llevaré siempre conmigo a cuestas.
29
de Julio y 2015
Luis Manuel Pérez Boitel
(Cuba).
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