domingo, 31 de enero de 2016

LUIS MANUEL PÉREZ BOITEL



ESTE TIEMPO NOS QUEDA EXACTAMENTE BIEN

La verdadera historia de los pueblos, el diálogo entre ellos, la escriben sus propios hombres y no sus gobernantes, por ello tendríamos que decir como el poeta salvadoreño Arquímides Cruz, que “este tiempo nos queda exactamente bien” para toda ceremonia donde intentemos tomar la palabra. Una vez más lo confirmo cuando me encuentro en El Salvador para participar en el Festival hispanoamericano Claudia María Jovel, invitado por unos amigos que siembran con su dedicación memorables paisajes; a personas como estas y a Dios debo agradecer mi presencia en estos escenarios en medio de un país donde resido que me ignora.  Pero la suerte está echada, como diría Cesar, y estoy por esta tierra de Centroamérica  que me llama poderosamente la atención pues cada ciudad tiene un nombre de  un Santo: San Salvador, Santa Tecla, San Sebastián, San Vicente, para citar algunos nombres.
Años atrás había conocido a muchos poetas, gracias a Otoniel Guevara, que cada año se empeña en abrir las puertas de su país por El turno del ofendido, una especie de encuentro en homenaje a Roque Dalton. En esta ocasión, gracias al extraordinario amigo y poeta Eric Henríquez y a la Cooperativa Acodjar. R.L, me sumo a Kary Cerda, Javier Alvarado,  Armando Maldonado, José Luis Quesada,  Ely Rosa Zamora, y otros poetas de la Fundación Metáfora a esta cita, para llevar la poesía a  múltiples escuelas y centros de trabajo con la complicidad de otros amigos.  
La alegría de Eric Henríquez contagia para vivir y para escuchar poesía. Él es como un niño grande que ha descubierto que Dios está muy cerca de todo y le ha abierto los ojos para que confirme el tiempo mágico e inequívoco que nos ha tocado. La carita de felicidad de Argelia Marxelly nos ofrece una gran pasión para hablar de Amada Libertad. Así me regala una antología de poetas salvadoreños y cubanos, un proyecto acabadito de sacar del horno de las imprentas, cuyo título no puede ser más evidente: Las puertas de la madrugada. La edición tiene como pórtico  unos versos de Amada: “Cuando me muera/ no me iré del todo / quedaré en tus anhelos e ideales / quedaré en las letras que un día / escribí en el odio / estallaré en mil y más auroras / y seguiré amaneciendo / en la conciencia afilada de todos”. Tanta entrega nos evoca el poeta cubano Rigoberto Rodríguez Entenza cuando  precisa: “Si ya afirmamos que se escribe solo una versión, en este caso de la poesía de José Martí o Roque Dalton, es porque vemos en una misma lengua la punzada del que evoca y llama, dígase arde”. Así arde la propia Amada Libertad, o las banderas de la lluvia de Arquímides Cruz, y de otros poetas asesinados del Taller Literario Xibalbá, cuyos restos todavía no han aparecido aún cuando mucho se empeñaron los amigos, familiares, poetas y  editores del suplemento cultural Tres Mil del Diario Co Latino. Hoy ellos representan para todos una gran promesa para el país, como lo es la imagen, recién beatificada de Monseñor Romero, en una nación desbastada por la guerra, pero llena de gente hermosa y cándida que quiere escribir ese preciso tiempo del que habló Arquímides.
Memorable fue llegar a las escuelas de San Sebastián y reencontrarme con Beto y Gloria, y otros amigos. Ellos tienen el júbilo de la gente que vive en centroamérica. Las preguntas de los niños y adolescentes me confirmaron que hay cosas que no se perdieron en la guerra. Nada desaparece del todo. Nunca. El aliento de sus miradas, la lectura de poesía escrita por estos alumnos, me recordaron a Roque mucho y también a Claudia María Jovel, para quien fue el homenaje verdadero; dejándonos a nosotros mismo la sed por compartir tan extraordinario espacio, para que el tiempo sea justo y enriquecedor.  En ocasiones no teníamos palabra para agradecer a los poetas de este país tanta emoción y entrega.
La poeta venezolana Ely Rosa Zamora me regala uno de sus libros, se trata de La nitidez del embudo, y en ocasiones pensaba escuchando sus poemas, cuánto nos desconocemos nosotros mismos. Su propuesta tiene como telón de boca la dramaturgia de sus historias. Así nos hace recordar el terremoto de Haití y el drama de esos días, o nos replantea la carga visual de la poesía. El poeta Javier Alvarado  me dedica su Carta natal al país de los locos, con alguna viñeta en la primera página y el aliento de un escritor que conoce demasiado los derroteros de la poesía americana. Un escritor, exponente diría yo por estos tiempos, de la manera de pensar desde este magnífico continente americano.
Armando Maldonado nos acompañó también con su guitarra, y nos hizo acercarnos a Honduras, junto a José Luis Quesada, escritores estos que ya conocía. La bitácora del Mayor Tom y otros poemas, fue el regalo de Maldonado, y en esa supuesta alegría no quiere hablarnos de la pérdida de su esposa, de cómo se acercó en una ocasión a una tienda para comprarle un vestido, cuando la realidad era otra. José Luis Quesada, reconoce lo mucho que le queda por vivir, su poesía de trotamundos nos cautiva como su luz. Su obra debe ya ser mucho más conocida de lo que es, un hombre este iluminado.
La poeta mexicana Kary Cerda nos regala su ola de fe y amor, su Usumacintamente, libro que nos da fuerza para seguir adelante, que nos motiva cuando recorremos sus geografías posibles, sus mundos florecidos y llenos de un agua viva y transparente, sus canciones que acompañan en un CD, esta bella edición, así lo dibujan. Ella es como un juglar con su cámara fotográfica en mano y sus poemas, por todos los lugares posibles. Días estos para brindar con Egdar Alfaro Chaverri, Otoniel Guevara, Josué Andrés Moz, y Alberto López Serrano, para mencionar algunos poetas salvadoreños.
Por esa travesía, visité La joya de Cerén y La puerta del diablo, lugares estos de una geografía tan intensa y mágica como los días que habían quedado supuestamente- atrás.  El calor me recordaba mi isla, aunque más me preocupaba el destino de esta gente en medio de la paralización de los servicios del transporte y la inseguridad ciudadana. 
Tus ojos te salvan compañera/ con ellos subo por las madrugadas el tren de la historia / que agita alegremente / su fumarola roja. Versos estos de Arquímides que dedicara a Claudia María Jovel, sin reconocer que compartirían el mismo final, a mediados de 1989, en el Frente Gerardo Barrios de la zona de La libertad, acusados por traición. Tus ojos te salvan poeta, también a ti, que has dejado abiertos los míos para reconocerte y bendecirte en esta ciudad, en la que también voy saliendo, como si fuera tan fácil escaparme de ese amanecer en El Salvador que llevaré siempre conmigo a cuestas.
29 de Julio y 2015

Luis Manuel Pérez Boitel (Cuba).


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