sábado, 31 de diciembre de 2016

VÍCTOR ESCOBAR ARIAS



OMRAN, NIÑO LIBIO

El beso cálido en su frente,
como cada mañana, Omran,
de su madre recibía y al colegio
iba contento, casi corriendo,
en el camino otros niños como él
se sumaban al río en busca del saber.

En su clase de la misma edad, casi, de
más menos de dos años, curso lleno,
escuela básica donde todos sus vecinos
se encontraban, jugaban, reían y estudiaban,
aprovechaban el cielo claro para soñar
y crecer como cualquier niño del mundo.

A esa edad no se conoce la realidad
completa de los avatares de los negocios
ni los esquemas económicos ni militares
que quieren y rigen los países, los continentes.
A su edad Omran iba detrás de una pelota,
soñaba con volantines y jugar en la playa.

Regresaba de clases con la alegría en sus ojos
y a sus padres contaba lo sucedido en su curso,
los juegos realizados, los chistes escuchados, la fruta
compartida con algún compañero o vecino conocido,
sus hermanos hacían lo mismo, una algarabia
de voces y risas que llenaban las paredes del hogar.

Esa noche apenas dormido, Omran se despertó
bruscamente, entre aullidos y llantos, no había techo,
se veía el cielo en llamas y escuchaba su nombre,
una y otra vez, entre los escombros que fue su vida;
los pájaros modernos esparcían sus bombas sobre
su cabeza infantil y él no sabía el porqué.

Omran como los vecinos de su edad no estaban
al tanto que su país poseía petróleo, necesidad
mundial para hacer funcionar máquinas y maquinarias,
que él no conocía aún y ni lo sospechaba,
que su país, Libia, es productor de ello y otros
países lejanos lo necesitan, por eso hacen las guerras.

El beso cálido de su madre nunca más
será en su frente, ni la risa compartida
con sus hermanos ni los juegos con vecinos
ni la escuela ni las calles ni los jardines, nada,
nada en definitiva porque los aviones
borraron todo aquello de la faz de su mundo.

Sin llanto, sin temor, sin ira,
sin siquiera ganas de saber por qué
las cosas así sucedieron esa noche
y, miles de noches vinieron a destruir
su escuela, su pelota, su familia,
sus años aún no le permiten comprender.

Omran, un otro zombie en este imperfecto y sucio
mundo de estados-rapiñas, países conquerantes,
ladrones simplemente y asesinos de niños,
de futuros, de sueños, destructores sin leyes,
salvo las suyas. Omran, es el testimonio
que estamos en el camino equivocado.

Paris – 2016

Víctor Escobar Arias (Chile). 


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