domingo, 31 de marzo de 2013

VÍCTOR E. GONZÁLEZ


La busqué en recuerdos, la esperé en andenes, en calles y silencios; caminé horas y lunas y estrellas y huellas y todo parecía diferente. Arribé hasta otros mundos y allí estaba la gran puerta teñida de azul y turquesa, mágica Istanbul, plena de barcas y navegantes; agitada de mercaderes y viajes, infinita en sus aromas, colores, cantos y susurros que llegan desde todas partes llenando el espacio de dioses y misterios. Naves con velámenes blancos y ocres; zarpé sin rumbo, me perdí entre laberintos y faunos, besé Ariadnas y Dianas, extravié mis sentidos y otros mares nacieron en cada esquina de la ciudad sin nombre, quizá Alejandría, Bagdad, tal vez los titanes de Rodas o las aguas del Eufrátes con sus marinos imaginarios...

Otra vez buscándola como a una misión libertaria, otra vez la tarde silenciosa en Micenas y Constantinopla; allá a lo lejos Hamburgo infinito y lluvioso; San Francisco y sus quimeras; Trinidad y sus esclavos; Marsella y sus poetas; Lisboa y sus casas de fado y sus mujeres de fado y sus guitarras de fado llorando por siempre; Barcelona iracunda en sus voces y canciones granate; Carrara eterna en su blanco y su azul a veces profundo... y todos sus mares me llevan hasta Chipre y descanso en sus playas deliciosamente blancas, suaves, amantes; Genova y sus navegantes que descubren mundos y se confunden; Trieste más allá de la razón y sus desnudas mujeres (o lo soñé?); Antofagasta dormida y generosa; Buenos Aires y Santa María bañada de platas, de arrabales y tangos; Venecia sin ti... una canción posible; Bilbao, tierra de guerreros y deliciosos quesos... La busqué en otros lugares lejanos como lejanas son las tierras del Oriente, allá, entre dioses multiplicados en miles y millones, la altiva Calcuta; Hong Kong soñado entre sedas y versos de Lao Tse; arribé a lo mágico e inimaginable, ancestral Vladivostok envuelto en hielos, en silencios y auroras boreales; Puerto Príncipe, Singapur, Bahía Blanca, Guayaquil, Cartagena de Indias, humilde Callao, Montevideo... amante Trez-vella; San Antonio, Coronel y San Vicente bajo astillas... Eterno viaje, todos los mares, las callejuelas que tejen historias, bares y tugurios; y siempre fue Valparaíso celestino rodeado de cerros, vestido de luces, desnudo de sueños, cómplice y combativo, siempre tú, puerto de choros y putas lindas; destino de dioses, refugio de poetas, puerto de boleros y merluzas, caletas "encaleta"... Destino de los magos que fueron gitanos y Rodríguez, "pancho puerto", último verso de una canción aún no escrita que lleva tu nombre, todos los nombres, todas las voces, desde lo alto hasta tus faldas y tu vientre de mar y arenas inolvidables... Navegué entre delirios y delirantes; entre maniguas y Turquinos, besé quimeras como besar mujeres, La Habana siempre altiva, agua de menta, mojito de amantes, versos de toda playa; abrazos infinitos en el malecón eterno; refugio de piratas, tierra de revoluciones... Allí soñé este sueño de gitanos y gitanas, de Orishas que hablan la lengua de los vientos y las estrellas; eterno mar, azul, verde, marino mar que me agitas de llantos y cantos como un son que se mece...

Víctor E. González (Chile).

 

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