martes, 30 de septiembre de 2014

REINALDO BUSTILLO CUEVAS



REMEDIOS LA BELLA

Para los dos más grandes americanos: Rubén Darío y
Gabriel García Márquez.

Con  vestido sencillo, su dulzura la ofrece,
como una rosa blanca que en la brisa se mece.
Más bella que las flores, más blanca que los lirios:
oración de lujuria en boca angelical;
invertido exorcismo que nos hunde en el mal,
con clamores de carne… entre luces de cirios.

Era inmune al pecado, al que a muchos induce,
con atuendo de loca que a ella solo le luce ;
no escuchaba el requiebro que los hombres le dicen,
pareciéndole ingenuas las palabras galantes
que gritaban los labios de posibles amantes:
¡aspirando, infructuosos, que sus ruegos la hechicen!

Sus maneras ingenuas, su ropaje en liencillo,
a sus túrgidas formas le otorgaban más brillo.
¡Ay, los pobres ilusos se creyeron sus dueños!,
los viajeros, entonces, no controlan sus ansias
y se asfixian de muerte en sus dulces fragancias,
sin poder entender que ella sueña otros sueños.

El perfume exquisito de su cuerpo desnudo
era un aire de muerte que brindar nunca pudo
un aliento de risas, un perfume de amor:
“Imprudente del tren”, “Jactancioso y huraño”,
“Comandante de Guardias”, “Atrevido del baño”,
no pudieron jamás perturbar su pudor .

El guerrero la mira como a sabio elemento
que del campo regresa, de combate sangriento.
Ella dice las cosas sin complejo o malicia
sin temor a que digan que no entiende la vida,
que no sabe de nada, del  dolor de la herida,
que se deja llevar por su gran estulticia.

Es regalo del cielo, la matriarca nos dice;
que la estirpe merece que el amor garantice
una dicha sublime para siempre en Macondo;
que nos sane la herida de un total abandono
y nos lleve a la gloria y nos lleve a su trono,
resurgiendo del cieno que nos hunde en su fondo.

Subiremos al cielo entre sábanas blancas
con Remedios la Bella, de un Pegaso en las ancas,
y olvidando el dolor de una gran orfandad
hallaremos senderos que daremos de herencia
con inmensa alegría a feliz descendencia
que jamás volverá a sufrir SOLEDAD.

Reinaldo Bustillo Cuevas (Colombia).


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