Hechicería esta, la poesía. Superstición
el magro tiempo, pero festejemos nosotros mismos el tiempo para que los poetas
no nos quedemos fuera, si acaso no lo estamos ya.
¿Cómo
si yo pidiera una limosna común,
y
en mi suplicante mano
un
extraño pusiera un reino
y
yo perpleja quedara
Emily
Dickinson
Aislada
en una casona del campo la poeta Emily Dickinson visualizó que era mejor
conversar con sus ratones, ante el bullicio de la ciudad. Artimañas hizo para
nombrarlos como sus mejores amigos. Hechicería esta, la poesía. Superstición el
magro tiempo, pero festejemos nosotros mismos el tiempo para que los poetas no
nos quedemos fuera, si acaso no lo estamos. No podemos esperar otra cosa,
porque de qué día 21 de marzo estamos hablando para que venga alguien, con un
supuesto ramo de flores, que ya no vendrá; tal parece que hemos perdido el más
digno de los espacios, sin embargo, la poesía siempre será una casa en el
campo, un modo de quedar siempre bien con nosotros mismos. Ahora que la
burocracia festeja otros triunfos, en sus cenáculos aislados, en sus dislates,
y pasará inadvertido el día y el otro, y el otro y el otro, porque todo lo
borra el tiempo, todo, inequívocamente. Pensemos mejor en abrazarnos cuando
amanece, aunque hayan encerrado en un círculo rojo tu nombre para silenciarte o
quizás no verte más en la isla, porque eres uno de esos ratoncitos de Emily
Dickinson que tiende a desaparecer. Yo que en casi nada ya creo les envío
estas palabras de fe, pues lo demás si acaso existe, no importa. No.
Luis Manuel Pérez Boitel (Cuba).
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