martes, 31 de marzo de 2015

LUIS MANUEL PÉREZ BOITEL



Hechicería esta, la poesía. Superstición el magro tiempo, pero festejemos nosotros mismos el tiempo para que los poetas no nos quedemos fuera, si acaso no lo estamos ya.

¿Cómo si yo pidiera una limosna común,
y en mi suplicante mano
un extraño pusiera un reino
y yo perpleja quedara
Emily Dickinson

Aislada en una casona del campo la poeta Emily Dickinson visualizó que era mejor conversar con sus ratones, ante el bullicio de la ciudad. Artimañas hizo para nombrarlos como sus mejores amigos. Hechicería esta, la poesía. Superstición el magro tiempo, pero festejemos nosotros mismos el tiempo para que los poetas no nos quedemos fuera, si acaso no lo estamos. No podemos esperar otra cosa, porque de qué día 21 de marzo estamos hablando para que venga alguien, con un supuesto ramo de flores, que ya no vendrá; tal parece que hemos perdido el más digno de los espacios, sin embargo, la poesía siempre será una casa en el campo, un modo de quedar siempre bien con nosotros mismos. Ahora que la burocracia festeja otros triunfos, en sus cenáculos aislados, en sus dislates, y pasará inadvertido el día y el otro, y el otro y el otro, porque todo lo borra el tiempo, todo, inequívocamente. Pensemos mejor en abrazarnos cuando amanece, aunque hayan encerrado en un círculo rojo tu nombre para silenciarte o quizás no verte más en la isla, porque eres uno de esos ratoncitos de Emily Dickinson que tiende a desaparecer. Yo que en casi nada ya  creo les envío estas palabras de fe, pues lo demás si acaso existe, no importa. No.

Luis Manuel Pérez Boitel (Cuba).


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