53° 58'S 70° 35'0
Los ritos de sangre del hombre se repiten:
el orgullo, la ignorancia, la fuerza y la locura
brotan y se concentran en un lugar físico preciso
y cada cierto lapso de tiempo resurgen;
la tierra suspendida en medio
del azul infinito e inhóspito viento,
donde el sol en verano usa bufanda,
allí donde la muerte sembró cenizas;
las semillas de la violencia se buscan
y se encuentran, se unen y acuerdan
la sentencia de naturales y de hombres
que creen en un mejor futuro común;
la Historia nos dice del genocidio
de los Selknam a fines del siglo XIX
cuando el gobierno encubre los ganaderos
y da concesión del lugar a religiosos Italianos;
los Salesianos durante veinte años
inauguraron el olvido y el no derecho,
fueron los Selknam
los primeros nativos
libres ofrecidos a la hoguera del tiempo;
nada quedó de ese tiempo de codicia
y muerte a sangre fría por malhechores
de tierras robadas y que el ganado enriquecía,
sólo las miles de cruces testimonian de este hecho;
el frío muerde y el viento no es amigo
sobre
todo cuando ahí no se ha nacido,
un
aire de injusticia se regocija y siente
en
aquel extremo de la Patagonia;
la
Historia no se detiene y algunos
tratan
que se olvide y la escriben
a su
gusto y mejor ventaja, por ello,
fueron enviados allí compañeros en '73;
allá
abajo, al fondo y al lado
de
la tierra firme duerme esperando:
los alambrados y cabañas hambrientas,
desoladas de gritos y llantos de inocentes;
se hallaron las fuerzas negativas
esas pinochetistas con las nazistas,
Walter Rauff coronel SS y sus camiones a gas
durante
la Segunda Guerra Mundial, prófugo allá;
los
hombres, hasta cuatrocientos, padeciendo
lo
no dicho, no revelado ni señalado:
la
muerte en silencio apoyada por sus esbirros
los militares
de siempre, sus retoños queridos;
vivieron
allí militantes y hombres de Estado,
campo
de concentración más austral donde
se
esconde la indecencia de haber nacido hombres,
allí
donde cada momento era victoria por la vida;
se
sobrevive por instinto, por mental, por fuerza,
por rabia, por convicción y a pesar de todas
las vejaciones psíquicas y corporales como los
fingidos
fusilamientos, la parrilla y otros a pesar de todo;
les
borraban el reconocimiento de personas sociales
pues
los nombraban Sierra, Isla, Faro y un número
agregado, los anulaban como seres humanos,
¿quién
iba a poder escaparse de una isla sin medios?;
los
responsables militares del campo de prisioneros
llegando
los designaron prisioneros de guerra,
en
aquella Primavera muda tras tantos años
de
paz social y respeto a las Instituciones;
Dawson,
prisión marcada en la gran historia,
monstruo
callado de aguas como en los
primeros
días de la tierra,
ataúd
esperando cumplir su designio;
lejos de todo y de todos los militares chilenos
hicieron
la demostración del nivel de ferocidad
que
el ignorante puede en sí tener contra la humanidad.
¡Justicia,
sólo la justicia se pide, no impunidad!
París - 2015
Víctor
Escobar (Chile).
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