LA LLUVIA SIEMPRE MUERE EN SILENCIO
Sin duda la conciencia tiene algo que ver con el corazón. Para mí es como que están en contubernio perenne. Sin embargo, cuando llegó a mis manos el libro de Pipo Martínez, mi corazón se aceleró y juro que no tenía nada en la conciencia.
Esa misma noche lo devoraría...
Comencé. Afuera una suave y pertinaz llovizna acariciaba el mundo. Traté de tomarle el hilo a la lectura pero mi mente voló hacía el escritor. ...He leído otros libros de él: La Dama Meona, la Casa del qué Dirán, me impresionaron por su fluidez, su sarcasmo que sin ser agresivo pega en el centro de los que tienen que recibirlo.
Ahora comenzaba a leer “La lluvia muere en silencio”, pero “la loca de casa”, como suelo llamar a mi imaginación, continuó volando y en lugar de adentrarme con el personaje mudo del primer cuento, pensé en el escritor. Lo imaginé triste, enfermo, solo...
Varias lágrimas rodaron. ¡Qué carajo¡ pensé.
El no está triste.
Vibra con su vigorosa expresión dramática.
El no está enfermo.
Es libre, sólo que está harto de los hipócritas.
El no está solo.
Nos tiene a nosotros, a los que leemos algo de él y lo principal, tiene a todos los personajes que ha creado.
Más sola, estoy yo.
Afuera, la lluvia continuaba zurciendo el silencio en máquina overlock.
“Mi loca de la casa insistía”... Es una vida; es una vida, sólo que a veces llueve a espaldas de nuestro creador...
Continuará lloviendo y poco a poco irá lavando los recuerdos. Continuará lloviendo siempre, porque la vida misma es un cuento, un teatro donde todo se detiene y cuando baja el telón la lluvia muere en silencio.
Guayaquil, Febrero 10 del 2003.
Luz Gabriela Rodríguez Muñoz (Ecuador).
domingo, 24 de octubre de 2010
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