viernes, 30 de abril de 2010

PEDRO PIÑONES DIAZ

MI ISLA DE FANTASÍA

Hace algún tiempo, no mucho, estaba recorriendo mi país, ese que un día por decreto me quitó la tiranía, ese bello país lucía el sol veraniego con calma pausada y la gente se sentía y se veía contenta, Chile país de contrastes inesperados, tierra de paz y de golpes arteros, venidos de las profundidades entrañas y de los cuarteles, que lindo es Chile cuando todo esta en Calma, gente llena de esperanzas a pesar de caídas y levantadas, por esas cosas del destino, nos cuentan algunos…

Estuve allí en mi isla de Fantasía, en esas tierras adorables de Cabildo, junto a paltos y limones y esa gente hermosa y simple que se detiene a conversar en la Plaza.

Yo no quiero retener por más tiempo las calamidades de los terremotos, aunque estas quedaran grabadas en los corazones adoloridos de los hijos de esta tierra por mucho tiempo, quiero más bien a la distancia guardar en mi memoria lo mejor de ese país audaz, recorrer las viejas calles de los pueblos perdidos en su geografía, que me decían mis abuelos que en otros tiempos respiraron aires mejores, que la tierra brillaba con las cosechas del trigo y del maíz y los colores estacionales de los minerales, de ese maravilloso tren que recorría la patria de punta a punta y por esos caminos donde pastaban los animales tranquilamente, no escuchando los gritos de los jóvenes que pateaban una pelota en los arenales.

De ese Chile de esperanzas y colores quiero recordar hoy, pero sin olvidar lo pasado y lo que está pasando, eran otros tiempos, días antes que asolara el vientre de la patria la ira de la tierra, que nos recordaba un vez más que debemos protegerla, no atacarla, decir junto a esos amigos que se detienen a fumar un cigarro en la Plaza, que hermosa es la vida, aunque no tengo trabajo la vida es hermosa y aún fuera mejor si trabajara, pero los patrones no me dan empleo, y cigarro tras cigarro se va la mañana provinciana anunciando las 12 desde la sirena de los Bomberos.

El tiempo ha pasado y en algunos días ha atacado más a la patria que muchas décadas, y las heridas florecen de nuevo lentamente para no olvidar, no ni siquiera las mas intimas, las canciones de la Radio Máxima que nos llega entre soles y sombras, nos hace dormir en la tarde, música que alguna vez escucharon los que se fueron con las últimas sacudidas, mi isla de fantasía se ha caído, y me contaban que estaba muy firme, pero no me explicaron de que firmeza, y yo tampoco pregunté…

El corazón angustiado de la patria ha sido vaciado y hoy los escombros no seducen a persona, esos paisajes mágicos y enigmáticos han desaparecido bajo la polvareda y hemos perdido una buena cantidad de compatriotas, de escuelas y animales, y las "instituciones funcionan bien…"

Supongo que en una Isla de Fantasía todo es posible y pasamos de la risa al temor, de la furia al llanto y en el silencio en la sobremesa allí bajo parronales y huertos aislados del tiempo nos vamos dando cuenta que grande es el dolor y que pocos somos frente a una naturaleza enfurecida.

Miramos al Aconcagua y lo imaginamos allá lejos con nieve, sol y vientos y allá en el sur en una red interminables de glaciares, la tierra se enojó y atacó con violencia, dejando tristes a los valles, y en estos días cuando el verano de Chile pasa bostezando, la tierra de nuevo se mueve en su frenética carrera hacia la calma que durará algunos años, después de nuevo vendrán catástrofes, envergadura y es ahí donde nos sentimos ínfimos y nos acordamos de ese otro Chile, de ese país placentero, de coraje, de tradiciones, de obreros que luchan por otro mundo mejor, ese Chile a veces cambia de sintonía con lo que a veces creemos que es real.

Pedro Piñones Diaz (Chile)

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