martes, 10 de enero de 2012

VÍCTOR E. GONZÁLEZ

MEMORIA, RECUERDOS, BATALLAS…

La memoria es lo que persiste siempre, con su silencio, con su porfía y apariencia de eternidad detenida; la memoria es una especie de ternura que va convirtiendo el pasado en aquellos recuerdos que uno desea...

La memoria es un componente del sueño y éste es, a su vez, la gran amenaza del silencio...

No hay olvido, sino rescate. No hay derrota sino refugio. Quizá sea importante revisitar las cotidianas vidas de los cotidianos seres que en cierto instante de la historia y de la política estuvieron allí, sólo abrazados a su propia humanidad...

“Las calles eran las de siempre, las esquinas, los semáforos, cada casa en su lugar de casa, los perros callejeros. Jóvenes caminando distraídos o quizá sólo refugiados en sus pensamientos de jóvenes. ¿Cuántas veces haremos este camino compañera Victoria? Las que sean necesarias para que todo salga bien, compañero. Dijo ella. De figura pequeña, morena, ojos dulces, serena, sencilla y temeraria. Él, aún aprendiendo, descubriendo, imaginando…

Recorrieron estas calles, estos bastiones embellecidos por los años; recorrieron estos sueños, estas emociones desbordadas por los años.

Así planificaron aquella operación, tal vez la más audaz imaginada para esos tiempos, transcurría el año de 1980. Llevaban en sus bolsos panfletos, revistas “El Miliciano”; llevaban alegría en sus miradas, sería la primera cita con el destino; la historia tomaba nota, ella cuidaba los detalles.

El centro de la plaza estaba repleto de jóvenes estudiantes, alguna vigilancia militar era posible apreciar de vez en cuando, muchos pacos por cierto, un tumulto de personas esperando micro… Todo parecía más sencillo sin embargo sudaban las manos.

Una caja, cuatro rebeldes, muchos corazones agitados; la tarde noche se dibujaba generosa en estrellas, sería septiembre, más allá de los edificios se asomaba la luna. Y ésta se reflejaba en la mirada de la compañera embelleciéndola aún más.

Tomas, Gaspar, Nino, Aquiles, Victoria…. Secretos, clandestinos, leves, fugaces, soñando otros tiempos; buscándose en sus versos prodigiosos. La ciudad camina y no los ve; están allí, mañana serán otros y luego vendrán más; son como la lluvia incesante del sur, como el mar besando playas y jugando con los niños….

Están ahí, lo hacen: una caja, una radio, unos volantes que se elevan por los aires, una voz: ¡Al pueblo de Chile! Trabajadores y estudiantes, les habla la voz de la resistencia armada, somos las milicias combatiendo contra el tirano….

Luego caminan estas calles en su regreso emocionado; lo hicieron, estuvieron allí y lo hicieron. Caminan serenos; ella mucho más que ellos; se ve linda, iluminada por la luna, su nombre no lo supe hasta mucho después, cuando cayó enfrentando con furia a sus enemigos: Arcadia… Nombre de leyenda, de maga, de promesa, de mujer que combate y defiende sueños y conquista cielos, que vuela aún después de estar herida de muerte. Arcadia, tan simple y breve su nombre para tan magna y valerosa compañera…”

Es así que la memoria se forja, crece, avanza, batalla, se gesta y se desborda de sueños...

Los afectos, los cariños, los respetos y los orgullos. Todo ello es parte de la memoria popular de los populares… Compartir un trozo de pan, una palabra de aliento, un abrazo o un beso... Y no importa mucho el tamaño de la adversidad, se puede, se hace y se logra...

“Era su rostro antecediendo las palabras lo que lo hacía infinito; era su voz susurrada, a penas un aliento en cada frase lo que lo hacía mágico. Lo conocí una tarde de mayo del año 1980, nos hablaba de la vida, de los tiempos futuros, de la historia que se hace ganándole a la historia; caminamos estas mismas tierras, pasajes, rincones. Se sentó en nuestras mesas, compartió nuestras noches.

Demasiado generoso para ser sólo un combatiente. Demasiado bondadoso para ser de este mundo. Mis amigos y yo quedamos fascinados por la personalidad sencilla de Gaspar, nuestro compañero de entonces con quien conocimos mucho más de la lucha clandestina y sus auroras libertarias…

A veces la fortuna nos abraza y eso sentíamos nosotros cuando Gaspar nos abrazaba, sentíamos ser afortunados por estar allí, en ese tiempo-espacio de la vida compartiendo esquinas y sombras con él…. En algún instante él partió de nuestro lado, fue que llegó Arcadia. Él estaba en otras misiones, libró otros combates, venció mil veces a los infames, derrotó mil veces a las bestias y su voz susurró palabras serenas y quietas ¡hemos vencido compañero!... Una triste mañana de junio del año 1981, con tan sólo 25 años de edad, supimos que nuestro hermano había caído en un enfrentamiento con la CNI; su nombre era Charles Ramírez Caldera: Gaspar….”

Quizá a veces los hechos no coincidan, a veces la memoria elige los pedazos para narrar; lo que sí es cierto es que estos compañeros estuvieron aquí, en estas calles, fueron guerreros anónimos de nuestros barrios, de los primeros en aquellos aciagos años…

Tal vez tampoco los hechos sean exactos del cómo cayeron; lo que sí es indesmentible, es que lucharon, arengaron a la vida para hacerla ¡vida! porque en la mirada de Arcadia y en la voz de Charles, era la vida toda gestándose al modo del infinito, el universo, las noches y sus estrellas….

Es en este sentido que podemos hablar de una “guerrilla de lo cotidiano”; porque es en nuestro cada día que la vida se hace y el amor no se niega sino que se revindica...

Pueden haber varias razones históricas o políticas para “explicar la opción revolucionaria”, pero sin duda que entre todas ellas estará la “apuesta a los sueños”. En ella (y ellos) nuestras vidas asumen ciertos caminos y ciertos riesgos que se viven en otras dimensiones de la historia porque, desde ahí surgirán también las alegrías, las esperanzas, los arrullos al modo del refugio materno; nacen aquí los sollozos, las caricias y los cariños. La serenidad de estar acompañados por cada rostro de este ¡nuestro pueblo!...

La memoria, como componente ineludible del sueño, se vuelve entonces vital, radical, subversiva; no es posible “la memoria” si no hay disputa del espacio de la memoria.

Es decir, hay memoria cotidiana ahí donde la guerrilla cotidiana no posibilita olvido ni derrota...

“Allí estás tú guerrero hermoso, danzando tus danzas de libertad maravillosa; estás riendo como siempre, estás lindo entre los muchos. Recuerdo algunas batallas juntos, tú, temerario entre los audaces; recuerdo estas poblaciones bajo fuego enemigo, habíamos convertido en bastión estos barrios, y el enemigo tuvo que pelear duro para entrar en nuestras calles. Recuerdo el último abrazo, la última noche, el último viaje y el camino que hicimos juntos para luego todo lo demás…

Te recuerdo enfrentando con coraje la encrucijada. Mirándote en una noche de diciembre y luna, abrazando ya a los titanes del otro tiempo; tu voz como un rayo que destella en medio de las sombras, trazando en el cielo una luz, una espada, una aurora; tu mirada que se apaga pero en realidad se desborda de lágrimas y recuerdos; hermano mío, compañero de todos. Luego las calles enloquecidas, la vida en agonía, los hogares en sobresaltos…

Eres tú en este instante, en esta hora de homenajes que nos estremecen porque eres tan sencillo, tan humilde; eres tú mañana, cuando otra vez tu bandera y otras banderas flameen al viento y vayamos por las calles cantando, jugando, riendo, pensando en otros secretos tiempos y me abraces, nos digas algo maravilloso o sólo regresemos a casa, sólo regresemos a casa…”

A la Memoria de los compañeros
Arcadia Patricia Flores Pérez,  + agosto 1981, 27 años
Charles Danunzio Ramírez Caldera, + junio 1981, 25 años
Patricio Leonel González González, + diciembre 10 1985, 23 años
… Y de todos aquellos que han luchado por sus sueños

Víctor E. González (Chile).


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