sábado, 16 de enero de 2010

JOSUÉ BERMÚDEZ OLIVOS

LA SONRISA DEL ÁNGEL

Encontré un ángel, que me sonríe y es capaz de llenar de paz todo mi ser con solo tocarme, su mirada es profunda, su cuerpo suave y bien formado, sus movimientos tienen música y un ritmo agradable, extiende sus alas cuando está feliz e irradia una gran tranquilidad y ternura.

Llego justo a tiempo, no se explicarlo pero el momento de conocernos era este, ni antes ni después. Logra sacar de mí un amor que pocas veces he sentido. Todas las tardes nos encontramos cuando se pone el sol, no puedo negar que tiene gran sensualidad y refleja un amor libre que pocos humanos comprenden.

Me explica que no pertenece al mundo terrenal pero cuando alguien lo necesita él u otros como él ayudan para reconfortarte, te den la mano, te digan un buen consejo o te impulsa a ti a ayudar a otros. Es ¿cómo explicarlo?, un animador celestial para que siempre haya alguna esperanza ante las adversidades, pero claro que tienes que tener fuerza de voluntad y decidir escuchar la acción positiva, si estás cerrado nada de lo que ellos hagan te puede ayudar. Me besa y me reconforta con su cariño, de una forma clara y transparente. Bailamos, y retozamos, nos podemos decir lo que sea, lo único malo que siento es un mensaje de su parte que me dice - no te acostumbres tanto a mí que no soy de aquí, no estaré a tu lado siempre, por lo menos no físicamente-.

Desde antes sentía su presencia, pero no lo veía, sólo cuando me decidí a hablarle y le pedí que me respondiera fue cuando se apareció ante mí, al verlo supe que no era de este mundo, por lo menos no humano pero el estar con él sacaba el lado más bueno, tolerante y libre de mi persona.

Un día, mi pecho se lleno de rabia, un amigo me había traicionado, mi mejor amigo en ese tiempo. Había logrado que gracias a injurias y manipulaciones perdiera mi trabajo, me corrieran de la escuela y mi novia me abandonara. Me dio una puñalada por la espalda y salio corriendo, claro después de cobrar su recompensa, de treinta monedas, desmoronando mi vida y mis proyectos. En la mente sólo me rondaban ideas vengativas, un odio inmenso hacia él, acompañado de un gran dolor y decepción, me olvidé de mi ángel, de visitarlo por las tardes, me quede sumido en una jaula mental, encerrado en una gran depresión y desconfianza hacia todos durante muchos meses.

De pronto encerrado en mi cuarto sentí una presencia horrible a un costado de mi cama. Un demonio deforme y tétrico me observaba y sonreía reconfortándose con mi dolor. Entre más grandes eran mis pensamientos de odio y de rencor él se retorcía contento y lleno de satisfacción. Me susurraba al oído, -que no fuera cobarde, que me vengara y destruyera a quien me hizo daño, que hiciera la guerra por todo lo que me habían arrebatado-. Me impulsaba a salir y acabar con aquel que me traicionó.

Decidí hacerlo, él me acompañó a buscar al mal amigo, a observar sus puntos débiles y tenerlo en una posición perfecta para acabar con él y recuperar lo mío.

Teniéndolo en mis manos con posibilidades de darle un golpe aún mayor al que él me había dado, reforzado por mi compañero el demonio, me acerqué y al oído le dije, te perdono. En ese momento el demonio a mi lado dio un alarido y desapareció, sentí que alguien me tomó de la mano y al voltear la vi, era mi ángel, di la vuelta y caminé a su lado, ella me miró con un sonrisa que no puedo olvidar y con unos ojos llenos de amor y felicidad, me abrazó y se volvió luz.

Ahora siempre que soy compasivo siento que mi ángel me abraza y me acaricia llenándome de alegría, pero cuando el odio y el rencor pasan por mis pensamientos, siento la presencia hedionda del demonio que respira tras mi nuca, lo que me hace despabilarme, abrir la ventana y dejar salir el rencor, liberarme de esa atadura y buscar ser feliz gracias al perdón y al amor y así tener en mi mente la sonrisa de mi ángel

Josué Bermúdez Olivos (México).

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