viernes, 21 de mayo de 2010

ANGEL GALZERANO GUIDA

LA PAREJA

Llegaron tomándose de la mano y parecían llegar desde otro mundo, eran del todo ajenos a lo que los rodeaba.
Sus miradas era lejanas, parecían perdidos el uno en el otro. El bar de la plaza los acogió con la discreción de las tardes, cuando los camareros almuerzan y las mesas cuentan de ausencias.
Los plátanos de la calle perdían las hojas mientras el viento otoñal acariciaba la ciudad. A lo lejos el mar mecía los barcos anclados en el puerto.
Ellos, sentados en la última mesa cerca de la ventana, parecían ignorar todo eso.
El camarero dudó; conocía aquellas miradas, sabía que pertenecían al amor y no hubiera querido molestarlos. Finalmente se acercó y preguntó qué deseaban. Él contestó “un café” y ella “un té” sin apartar la mirada uno del otro, sin dejarse nunca las manos. Después de pocos minutos llegaron las bebidas. El camarero, con actitud respetuosa, las puso delicadamente sobre la mesa; mientras se alejaba entrevió una lágrima que bajó despacio por la mejilla de ella. Él la secó con la mano temblorosa y levantándose de la silla le besó los ojos.
Se abrazaron fuerte como si quisieran detener el tiempo con un abrazo. Ella, deteniendo otras lágrimas, se fue sin mirar hacia atrás.
En la mesa quedó la taza de té por terminar con el carmín rojo de sus labios, el café frío y él, que parecía no entender pero que sabía.
Desde aquel momento, su vida se detenía, se partía en un antes y un después de aquella tarde, aquella mesa y aquella lágrima. Y lloró.

Angel Galzerano Guida (Uruguay).

No hay comentarios:

Publicar un comentario