domingo, 22 de agosto de 2010

MÁXIMO KINAST AVILÉS

ERRAZURIZ Y SU AMNISTIA

Soy ateo. Sin desmedro de mi ateismo me gusta Jesús. Si existió o no existió es un tema irrelevante. La personalidad de Jesús es arrolladora, es enorme y es simpático. Me cae bien cuando era un niño preguntón y contestón. Me cae bien el joven amigo de las fiestas y de regarlas con buen vino. Me cae bien el hombre que va con publicanos y prostitutas. Me cae bien por ser pequeño (o mediano) burgués. (En su época y en su pueblo, el carpintero era como el cura, el boticario o el cabo de la Guardia Civil en cualquier pueblo pequeño de la España de hoy).
Pero lo que más me gusta de Jesús es su habilidad para rallar la cancha. Siempre puso las cosas muy claras, aunque habló con parábolas, no dejó dudas. No sé si sus frases son suyas o es el pueblo que se las atribuye, pero da igual. El personaje queda bordado con ellas. “El que tenga ojos, que vea, y el que tenga oídos, que oiga”. Y si aún así no quiere entender, pues que se joda.
Me gusta cuando dejó clarísimo eso de ‘Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’. Está totalmente en contra del Poder Temporal de las religiones, lo digo, para el que no haya entendido el mensaje.
Me gusta cuando dijo: “El que esté libre de culpa, que lance la primera piedra”. No me gustan los curas pederastas que lanzan piedras (o anatemas o dicen misa) y estoy seguro de que a Jesús tampoco le gustarían.
Me gusta cuando dijo que los árboles se conocen por sus frutos, Y aunque creo que no lo dijo, a las personas también se las conoce por sus obras o por sus palabras. Y eso me trae al tema del tal Errázuriz, que dijo: “Justicia, si, pero no excesiva”.
Ahí se retrató el hombrecillo. Clase alta, convencido de que hay más de una Justicia, lo que es verdad. La Justicia de ellos y para ellos y otra para el pueblo. Esta última seguramente es excesiva si se aplica a ellos o a sus servidores, pero aplicada al pueblo mapuche, por ejemplo, es insuficiente. ¡Que claro dejó la doble moral de la clase gobernante con su frasecita! Se le escapó, como una palabra fallida sobre la que los sicólogos freudianos tendrían mucho que decir. La gente común, como un servidor, sin ser sicólogos ni haber leído a Freud, cacha la onda y ve clarito el retrato del funesto personaje.
Este mismo hombrecito le dio la extremaunción, en un acto de caridad cristiana, al Innombrable Genocida Daniel López, alias Ramón Ugarte Pinochet o Augusto Pinochet Ugarte. Con tantos alias ya no recuerdo como era su nombre verdadero. Un acto de caridad cristiana con el perjuro que manchó para siempre el uniforme militar del Ejército de Chile; un cobarde que dirigió desde un bunker el asalto al Palacio de La Moneda, con aviones y con tanques, contra civiles armados con un bazooka y algunas metralletas; un mentiroso que dijo: “En Chile no se mueve una hoja sin que yo lo sepa”, y también dijo: “No me acuerdo y si me acuerdo, no es verdad”. A ese ‘muerto de mierda’, como lo llamó el gran Benedetti, fue a darle la extremaunción. ¿A cuántos mapuches les ha dado la extremaunción? ¿A cuántos en Villa Francia, en La Victoria o en cualquier población?
Es el mismo hombrecito que ahora con la excusa de un falso Bicentenario propone cristianamente la libertad para los genocidas. ¡Que canallada!
¡Que falta de tino! No tiene idea de lo que significa la asimetría. El Genocidio fue una Política de Estado, implantada por las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile en contra de los chilenos que no estuviesen de acuerdo o que pensaran diferente. Los jóvenes civiles que tomaron las armas para defender la Democracia y la dignidad de Chile, lo hicieron amparados por todos los tratadistas del Derecho Internacional, desde Francisco de Vitoria (1483-86), hasta hoy, pasando entre otros por Juan Luis Vives (1492-1540), Francisco Suárez (1548-1617), Hugo Grocio (1583-1645) y por una buen cantidad de Padres de la Iglesia, que sostuvieron el derecho de los pueblos a oponerse (incluso por las armas) a las dictaduras.
No es lo mismo, aunque el tal Errázuriz lo crea así, el que toma las armas para defender su vida y su dignidad, que el que las toma para abrir cuentas en el Banco Riggs.
No es lo mismo combatir contra un Ejército, que secuestrar personas indefensas, como mujeres y niños, violar, robar, torturar, asesinar, ocultar cadáveres, lanzarlos al mar, dinamitar a los muertos y otras heroicidades por las que están condenados algunos genocidas de las Fuerzas Armadas y de Carabineros de Chile.
Como no es lo mismo, aunque el Cardenal no las conozca, la Cárcel de Alta Seguridad, o el penal de Colina I y Colina II, que el resort exclusivo de Punta de Peuco. Ni este último tiene ningún parecido con Villa Grimaldi o con los otros centros de detención de la Dictadura.
Pero en Chile estamos acostumbrados a comulgar con ruedas de carreta, como el absurdo Bicentenario que sirve de excusa para la propuesta. ¿Bicentenario de que...? Hace doscientos años, los más ricos de Chile se juntaron en Cabildo Abierto para ver la mejor forma de seguir chupando del bote y para “defender este jirón de la Corona de nuestro amado soberano, Fernando VII”. La verdadera Independencia de Chile se firmó en 1818, posiblemente el 12 de Octubre, por el documento firmado en Talca por O’Higgins y San Martín, aunque por esas fechas hubo varios documentos similares.
Igual ahora nos cuelan una Ley de Amnistía para genocidas si no utilizas tu sagrado derecho de pataleo.

Máximo Kinast Avilés (Chile).

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