jueves, 19 de junio de 2014

GILDARDO GUTIERREZ ISAZA



ESQUIRLAS SINIESTRAS

Tengo mis manos cubiertas de alambre,
tengo mis ojos teñidos de dolor,
mis pies anudados con el fango;
la nieve que no cesa.
Incertidumbre,
desazón,
soledad.
Una causa, una explicación, la inevitable melodía de la muerte.
Mi designio, mi fortuna, la nocturna vigilia de mi piel,
mi conciencia que reclama, que se remueve como un torrente de pasión.
Errático, casi místico, confuso, mi ser se resiste
y sin embrago
la cerca de alambre, la cámara de gas, aquel inevitable rumor
que emerge de los trenes llenos de hermanos.
Incinerando la hora, devorando la paz,
luego el silencio,
la helada,
la ronda de soldados, los perros que aúllan
y la sirena, aquel silbato que se propaga como una onda,
como la explosión de mi geiser, del montículo de arena que diviso en
la espesura...
cavilo,
pienso,
deseo gritar, entender, morder la cerca de púas con mis dedos.

Mi boca sellada, los ojos vendados y la sonrisa de un niño que sin
saber se dirige,
como buscando un juguete, a los baños donde la muerte con su tinte de jabón
y con su siniestro designio lo marca desde lo más alto del cielo.
La lejanía no existe, la cerca lo impide y aquel terrible repiquetear
de las botas,
la mirada burlona del soldado que en su egocentrismo se ve superior,
soldado de la "nueva raza, del nuevo imperio".
Me circun-navega la muerte y no tengo miedo,
Puedo lanzarme contra ella, desafiar el destello y la descarga,
Amordazar mi piel destrozando uno a unos mis poros...
Me duele la muerte de tantos inocentes,
niños que perderán la oportunidad de la palabra futuro...
juegos, sonrisas, travesuras,
la inocencia que morirá antes del alba;
cubriendo el velo de sus ojos una pregunta que nunca tendrá respuesta.

Mis manos atadas, mis labios sellados, la venda del atardecer para no gritar.
Una raza que se enardece, que emancipando sus luchas ve morir los pétalos de
la noche.
Mi piel, mis ojos, mi boca, mi pensamiento
una raza que gravita queriendo apuñalar el vacío, la resequedad de la sirena,
la bota que suena, la plenitud de la muerte.
Me siento impotente ante tanta degradación.
Un nuevo tren,
otros ojos,
los míos,
los del anciano,
los tuyos.
Un nuevo siglo y la soga que pende anunciando el final y el principio.
¿Acaso el pasado no es presente y el presente no nos conduce al pasado?
Mezcla tóxica del hombre y la locura que hoy puede surgir de las
esquirlas del pasado
hondeando la sangre de mi amado pueblo Judío
O de cualquier pueblo del mundo.

Gildardo Gutierrez Isaza (Colombia).


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