domingo, 4 de mayo de 2014

LUIS MANUEL PÉREZ BOITEL



JOSÉ EMILIO PACHECO, hasta luego MAESTRO (MÉXICO, 1939-2014)

Uno de los vates más reconocido de la Literatura hispanoamericana, ha fallecido en su natal país. Confieso que en las diferentes temporadas que pasé en México siempre quise conocerle aunque sólo lograba adquirir nuevos libros que José Emilio Pacheco publicó en disímiles editoriales. Por lo que aunque no logré una comunicación directa con el autor de Ciudad de la memoria, su presencia siempre estará rondándome.  La muerte de un poeta siempre implica un acto de gran polémica, quizás porque la lectura que hagamos a posteriori nos resulte más hedónica desde esa extraña distancia. Tal vez porque realizando una relectura de sus libros encontremos nuevas claves en su universo creativo.
Lo cierto es que José Emilio Pacheco, ya no está entre nosotros con esa voz que fue capaz de agujerear el drama del hombre, como se afianza en un poemario tan peculiar como Miro la tierra, donde el creador se adentra en los enigmas del dolor humano causado por el terremoto de 1985 en la capital mexicana.
Autor de innumerables libros de poesía, narrativa y ensayo, su obra ha sido traducida a diversos idiomas, obteniendo múltiples reconocimientos, entre ellos, el Premio Cervantes en el 2009; el Federico García Lorca, en el 2005; el Pablo Neruda en Chile, 2004; el Octavio Paz en el 2003; y el José Asunción Silva, en Colombia, 1996; para señalar algunos de sus lauros.
En Cuba leímos su poesía desde la Colección La honda de Casa de las Américas, con una muestra que tituló Fin de siglo y otros poemas, aunque algunos medios de divulgación de la isla nada han dicho de esta sensible pérdida de las letras de América, ocurrida el pasado domingo,  quiero retomar las palabras que como pórtico a esta edición el Presidente de la Casa, Roberto Fernández Retomar, escribiera: “Hay en el fondo de los mejores de estos poemas, un temblor humano que no debe desaparecer…”
Es precisamente ese temblor humano el que me conmina para decirle a José Emilio Pacheco: hasta luego Maestro. Para lo cual leo ese breve pero intenso poema suyo “Despedida” que no será ni puede ser el olvido, el adiós verdadero: Fracasé. Fue mi culpa. Lo reconozco. / Pero en manera alguna pido perdón o indulgencia: / Eso me pasa por intentar lo imposible.

27 de Enero 2014

Luis Manuel Pérez Boitel (Cuba).


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