LA DIOSA DEL CEREZO FLORIDO
Soneto
Alejandrino
En el patio hechizado del cerezo florido,
la muchacha de rostro, ¡más divino imposible!,
de vestido impoluto, de mirada apacible
es milagro que el cielo nunca, a nadie, ha cedido.
El rubor de la pulpa de su rostro encendido,
con el labio armoniza, de manera indecible;
y sus ojos le copian, el verdor ostensible,
a las hojas hermosas del cerezo florido.
Es hermana gemela de una diosa del cielo,
que ha bajado a la tierra por buscar la ambrosía
que en el patio del vate se derrama en el suelo,
y se nutren las aves, con inmensa alegría;
mientras llega la diosa con sandalias y velo
a comer las cerezas, que
enrojecen el día.
Reinaldo Bustillo Cuevas (Colombia).
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