domingo, 28 de marzo de 2010

KATHYA M. RODRÍGUEZ

DESPERTANDO

Perdidos están en cosmogonía los sueños
de los vagabundos,
de los hambrientos,
de los huérfanos de besos,
de los que aburridos deshojan flores
bajo el puente y adormecen sus horas en cartones.
Esos sueños que queman cuando el cielo
descarga su rabia en gotas de miedo,
de sal, de azufre, de rencores.
Allí van, enredados en el viento, los sueños
de los descalzos,
de los frágiles,
de las momias,
de los que bailan despiertos en cajitas musicales.
Las palabras y las promesas pierden su fuerza
(no hacen eco).
Hay que envenenar el vértigo
mientras cae la lluvia como piedra
azotando a los sonámbulos.
¿Para qué soñar si ya soñar estorba?
No existen sueños para los que caminan
con el estómago endurecido ni para el recién nacido
que llora palpando la miseria.
Los suspiros adoptan las mentiras sin reproches
(en algo hay que creer aunque sea fingido).
Anochece la pobreza en las miradas caídas
cuando la tristeza cubre de maleza el alma.
Hay que guardar los sueños bajo la tierra:
Esconderlos…
…olvidarlos…
…perderlos.

Kathya M. Rodríguez (Panamá)

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