PIEDRA VIVA
Me forman los caminos, la semilla que estalla
y mansamente espiga
Estoy hecha de oscuras reminiscencias que trazaron
los pájaros y recios aguaceros
Mi corazón era una piedra que alguien lanzó al agua
enseñándole así la suavidad del musgo y tal vez
la primera percepción de la hondura
El tiempo, generoso, fue pariendo la tierra, llenándola
de ocultos tubérculos de fuego
Pero la piedra esperaba un latido, una señal, un güije
porque ella en su dolencia era un eco sin sombra
Mi corazón tenía el mismo encantamiento del alma
de una india
Ala pudo ser, alucinante, si el aire en su tropel
no la hubiese trocado en olvidado astro diminuto.
No hubo desprendimiento porque nunca hubo altura
No hubo estremecimiento que no fuera su horror
ante toda inminente aparición de la calma,
hacia el sórdido imperio de los dioses del odio,
su única maldición.
Marcada por aristas fértiles como surcos
capaces de las más livianas criaturas
Por ello me proclamo sabiamente habitada,
voracidad del ansia que trasciende el misterio, frágil
como la más inasible creencia
humo para los infelices perdidos de sí mismo.
Piedra viva, dijeron,
iban desposeídos.
Lisette Clavelo Tregent (Cuba)
domingo, 28 de marzo de 2010
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Magnífico poema, amiga, con un ritmo estupendo y buen decir.
ResponderEliminarFelicitaciones