A TUS OJOS
A mi madre María Inés
La luna intranquila en la noche silenciosa
vigilabas mi sueño como si fueras
esa inútil sombra que no me abandona
tocabas mi frente que parecía un desierto ardiente
besabas mi mejilla cual lluvia veraniega
y yo dormitaba en mis alucinaciones
y tú te desvelabas por mí y nunca lo supe
nunca lo contaste, no conoces la palabra sacrificio.
Cuanta gente habló de mí gracias a tus palabras
ancianos que nunca he conocido
dueñas de casa que me saludan cordialmente
y yo intranquilo ante esas sorpresivas miradas
no sabía que te gustaba alabarme
nunca hice nada para tener vanagloria
me convertiste en un ídolo
aunque sea un demonio…
a tus ojos seré un dios que bajó del olimpo
para protegerte toda la vida.
Ay, María Inés, ¿Qué serán de tus huesos?
¿dónde estará mi corazón cuando tu imagen
sea una cumbre borrascosa y mi piel
esté recubierta de gusanos y lágrimas?.
Y me muero en mis incertidumbres
pero tu cariño permanece inmutable
pase lo que pase. Esta noche eterna
recuerdo, cuanto me amas, amas.
A tus ojos me convierto
en un hombre. Me abandona el poeta
y queda solamente el hijo.
JUAN PABLO CIFUENTES PALMA
(Chile, 1985). Reside en Chile.
sábado, 28 de noviembre de 2009
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