MICIA
A Micia y a Mi Querida Tía
Querida Micia, ¿dónde estarás ahora? ¿Tal vez en el paraíso de los gatos, allí donde te imagina mi anciana tía, enamorada de los pequeños felinos domésticos? Ya han pasado más de veinte años desde entonces pero todavía te veo delante de mí.
Eras una gata siamesa, de aquellas poco afortunadas que nacen sin cola. Tu pelo era suave - maravillosos tus ojos azules como la profundidad del mar - eras la gata más pacífica y cariñosa que haya conocido jamás. Fuiste mi fiel compañera durante cinco años de estudio, la única gata química del mundo ya que estudiaste conmigo.
Viviste mucho pero gran parte de tu vida fue desgraciada; tus dueños anteriores no te apreciaban como te lo hubieras merecido, eras tan sólo un juguete para su hija y muy pronto se cansaron de ti. Por suerte mi tía te acogió; muy pronto nos dimos cuenta de tu carácter tranquilo y cariñoso a pesar de las malas experiencias pasadas. Eras agradecida y nos querías. Me esperabas siempre detrás de la puerta, anunciabas alegre mi llegada maullando, dormías a mis pies; sobre todo estudiabas conmigo, sentada a mi lado en el gran sillón, de vez en cuando maullabas pidiéndome algo, más bien para que yo me divirtiera, no porque lo necesitaras.
Creo que me entendías; así como nos cuenta Luis Sepúlveda en su hermosa fábula, todos los gatos entienden a los seres humanos pero esto es un secreto, sólo algunos elegidos lo saben. Estoy segura de que mi querida tía entendía tu lenguaje, maravilloso pequeño inolvidable tigre doméstico.
PAOLA BRADAMANTE
(Italia, 1957). Reside en Italia.
sábado, 14 de noviembre de 2009
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